En un descubrimiento gracias a una muestra de un asteroide que podría reescribir la narrativa de la formación y evolución de los cuerpos celestes en nuestro sistema solar, investigadores vinculados a la NASA han revelado hallazgos asombrosos sobre el asteroide Bennu. Este cuerpo rocoso, que ha fascinado a los científicos desde su descubrimiento, ahora sugiere indicios de un pasado acuático posiblemente habitable, abriendo nuevas puertas a la comprensión de la vida más allá de la Tierra.
El asteroide Bennu, objeto de estudio de la misión OSIRIS-REx de la NASA, ha ofrecido a los científicos una ventana única al pasado cósmico. La muestra recolectada y traída a la Tierra ha revelado una composición rica en agua y carbono, dos elementos cruciales para la vida tal como la conocemos. Estos descubrimientos provienen de un análisis meticuloso realizado por investigadores de la Universidad de Arizona, quienes han comenzado a desentrañar los secretos que Bennu ha guardado durante miles de millones de años.
La singularidad de Bennu yace no solo en su composición, sino también en las características físicas observadas en su superficie. Las rocas oscuras del asteroide, cubiertas por una delgada capa de material más brillante, han llamado la atención de los expertos. Este material brillante, previamente observado en Encelado, una de las lunas de Saturno, sugiere paralelos intrigantes entre estos dos cuerpos celestes. Encelado, conocido por su océano global de agua salada líquida bajo una capa de hielo, ha sido objeto de especulación sobre su potencial habitabilidad.
Un asteroide clave para la vida extraterrestre
Dante Lauretta, investigador principal de la misión OSIRIS-REx, propone que el asteroide Bennu podría ser el remanente de un antiguo mundo oceánico, un planeta primitivo donde el agua abundaba y las condiciones podrían haber sido propicias para el surgimiento de la vida. Aunque esta hipótesis aún no se ha formalizado en publicaciones científicas, el análisis preliminar de Lauretta y su equipo es prometedor. El estudio de las muestras ha revelado una abundancia de arcilla y minerales como las serpentitas, que se forman en presencia de agua, indicando una interacción significativa entre la roca y el agua en el pasado de Bennu como asteroide.
La presencia de un mineral de fosfato extremadamente raro, rico en calcio y magnesio, en la superficie de Bennu, proporciona otra pieza del rompecabezas. Este material, también encontrado en Encelado, fortalece la conexión entre los procesos geológicos de ambos cuerpos celestes y sugiere un escenario en el que la vida podría surgir en ambientes submarinos, lejos de la luz solar.
La misión OSIRIS-REx
La misión OSIRIS-REx, que recolectó con éxito muestras del asteroide Bennu en 2020 tras su lanzamiento hacia el asteroide en 2016, ha superado las expectativas. La elección de Bennu como objetivo se basó en su riqueza en compuestos orgánicos, que son fundamentales para entender los orígenes de la vida y la formación de los planetas. Al analizar estas muestras, los científicos esperan desenterrar claves sobre cómo la Tierra se convirtió en un mundo habitable, una «rara joya» en el vasto espacio exterior, dotada de océanos y una atmósfera protectora gracias a la muestra en el asteroide.
Este estudio no solo amplía nuestra comprensión de Bennu sino que también plantea preguntas fascinantes sobre la posibilidad de vida en otros rincones del sistema solar gracias al asteroide. A medida que los investigadores continúan analizando las muestras y profundizando en sus hallazgos, el potencial de descubrir evidencia de habitabilidad pasada en cuerpos celestes como Bennu promete revolucionar nuestra comprensión del universo y nuestro lugar en él. La misión OSIRIS-REx, en este sentido, no solo ha sido un viaje hacia un asteroide distante, sino también un viaje hacia el descubrimiento de los orígenes de nuestro sistema solar y las condiciones que hacen posible la vida.