En el centro nuclear de Chernóbil el reactor número se incendió en 1986 y dio lugar a uno de los mayores catástrofes nucleares de nuestra historia, sin importar los años que han pasado, su radiación sigue estando si siguen escapándose sustancias letales para los seres vivos. La mayoría de los seres vivos de la zona han muerto o han experimentado trastornos genéticos mortales, excepto para los perros callejeros que parecen haberse adaptado como nadie a los contaminantes y a la radiación de la zona.
Según varias investigaciones del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano (Estados Unidos), estos perros silvestres que vagan sin dueño por la zona contaminada por la radiación son «muy distintos» a otros perros y han desarrollado unas mutaciones que les permiten vivir como si nada hubiera pasado.
Su firma de ADN es única en los perros de Chernóbil comparado con otros canes
Los expertos respaldados por estos estudios avisan que los perros de la zona del desastre nuclear no son igual que el resto. «La diferenciación genética con otros perros de raza pura y de cría libre sugiere que las poblaciones de Chernóbil tienen una firma genómica única»
No obstante, no sería la primera vez que se observa en el mundo animal una transformación adaptativa en el entorno de la antigua central nuclear. En una investigación sobre ranas en las inmediaciones de Chernóbil se observó que habían cambiado de color desde el desastre. Una de las teorías para explicarlo es que su adaptación con diferentes pigmentos facilita la ionización para neutralizar las radiaciones en la zona.
¿Han mutado los perros de Chernóbil para adaptarse a la radiación?
Los expertos que estudian estos canes subrayan que es muy pronto para aventurarse en ese tipo de teorías, pero sí reconocen abiertamente de que se han producido mutaciones más rápidas que otros canes en libertad en otras zonas europeas con las mismas razas.