No es el cuento de Pedro y el lobo, pero se parece bastante, porque este fiero animal (el huracán) acabó apareciendo por Canarias en 2005 en forma de la tormenta tropical Delta y, aunque solo pasó cerca, la fiereza de su dentellada se cobró ocho vidas y notables daños materiales. Desde entonces, no son pocos los isleños que miran de reojo a esa zona del Atlántico situada junto a Cabo Verde donde se generan esos monstruos de la naturaleza que, en su inmensa mayoría, crecen cruzando el océano y acaban desplegando toda su potencia en las cálidas aguas caribeñas.
Pero en escasísimas ocasiones, el lobo de este cuento opta por quedarse al este y, por mucho que se debilite cuanto más al norte, acaba muriendo en tierras de Galicia, Irlanda y, como en el caso del Delta, de Canarias.
Desde hace unos días, un fenómeno de estas características ha llamado la atención de los meteorólogos por la rapidez en que gana volumen junto a Cabo Verde, lo que al parecer aumenta la probabilidad de que no cruce el Atlántico.

Sin embargo, de ahí a imaginar que llegue a las Islas va un trecho gigantesco, por más que los pronósticos a una semana vista apenas sirven de meros indicadores. Es más, el pasado lunes las posibilidades de que afectase directamente al Archipiélago eran del 10%, pero ayer solo del 5%, mientras que el Centro de huracanes de Florida (referente en la materia) ni hace mención del fenómeno.

Algo bien distinto y más probable es que, en caso de prosperar, este posible huracán provoque efectos colaterales en Canarias, como por ejemplo el fuerte oleaje y un descenso generalizado en las temperaturas que, sin duda, celebrarían los isleños. Pero para saberlo habrá que esperar unos días, concretamente al próximo fin de semana.