Como muchos días, Manolo Quiñones (73 años) se levantó temprano junto a su mujer, Carmen, para pasear por su finca de la parroquia de Raxó, en Poio (Pontevedra). Este domingo, además, el buen tiempo regía en la aldea gallega por lo que Manolo decidió ir a recoger unas semillas acompañado de su esposa. Pero la mala fortuna se ensañó con este jubilado, ya que mientras recolectaba los granos halló un nido de avispas velutinas -o asiáticas- que, alteradas, picaron a este hombre y a su mujer. Él, alérgico al veneno de este insecto, falleció a los 10 minutos de la picadura, sobre las 10 de la mañana. Ella sobrevivió.
Los servicios de Emergencias de la vecina localidad de Sanxenxo, tras ser avisados por los vecinos, se trasladaron rápidamente al lugar. “No tardaron más de 15 minutos”, explican las fuentes consultadas por el EL ESPAÑOL que presenciaron los hechos. También acudieron a la finca de la Rúa da Serpe agentes de la Policía Local de Poio, de la Guardia Civil y voluntarios de Protección Civil. Pero, cuando llegaron, ya no pudieron hacer nada por Manolo. El veneno de la velutina actuó con rapidez y letalidad, provocando que Manolo perdiese la vida con 73 años de edad.
Y es que pasó muy poco tiempo hasta que Manolo entró en parada cardiorrespiratoria, pues al ser alérgico, el aguijonazo de la avispa velutina fue mortal. Ni siquiera sirvió la rapidez del traslado de lo servicios de urgencias, que llegaron en un helicóptero medicalizado desde Santiago de de Compostela. Los 45 minutos que los sanitarios estuvieron intentando reanimar al hombre fueron inútiles.
Así, el fallecimiento de Manolo ha provocado conmoción en la parroquia, ya que el hombre era muy conocido por su “bondad” y porque dedicó toda su vida a trabajar en los barcos gallegos, en labores de vital importancia para la economía de este pueblo gallego dependiente del mar.
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