El vasto mundo de la genética ha dado un paso monumental al desentrañar un misterio oculto en las fibras del tiempo. En una hazaña impresionante, los genetistas lograron extraer y decodificar el ARN de un animal que ha desaparecido de la faz de la Tierra: el tigre de Tasmania, también conocido como tilacino. Este ejemplar, que lleva más de un siglo conservado en el Museo Sueco de Historia Natural, ha abierto una ventana al pasado y al proceso evolutivo de este intrigante marsupial.
La piel y el músculo esquelético del tilacino se convirtieron en el lienzo de trabajo de este equipo de investigadores, quienes, al secuenciar el ARN, encontraron aspectos familiares vinculados a los marsupiales contemporáneos. Sin embargo, el verdadero asombro llegó con el descubrimiento de una isoforma de microARN exclusiva del tilacino, algo que hubiera sido imposible de determinar sin la evidencia directa del ARN.
La innovación de este estudio radica en su enfoque en el ARN en lugar del ADN. Aunque estamos más familiarizados con el ADN, gracias a su amplia aplicación en investigaciones de fósiles, el ARN, con su capacidad para transportar información genética y dar una imagen más clara del organismo, es una fuente de información mucho más reveladora. Emilio Mármol Sánchez, coautor de la investigación, lo aclara al señalar que el ARN proporciona una ventana a la «biología real y la regulación del metabolismo» que estuvo presente en las células y tejidos del tilacino.
El reto radicaba en la naturaleza inestable del ARN. A diferencia del ADN, que es una doble hebra, el ARN es una sola hebra, propensa a descomponerse. Sin embargo, con la adaptación de técnicas, los investigadores lograron extraer millones de fragmentos de ARN, proporcionando una rica muestra de material genético para su análisis.
El triste final del tilacino es un capítulo conocido en los anales de la historia natural. Aunque una vez fue un superpredador, la intervención humana, especialmente la caza por parte de colonos europeos en el siglo XVIII, lo llevó al borde de la extinción, con el último de su especie muriendo en 1936. A pesar de esfuerzos y esperanzas, no se ha encontrado evidencia de su existencia en las vastas selvas de Tasmania.
Sin embargo, la ciencia, en su incansable búsqueda de respuestas y soluciones, ha contemplado la posibilidad de resucitar al tilacino. Aunque este estudio de ARN y los proyectos de resurrección son independientes entre sí, la comprensión del ARN proporciona un conocimiento invaluable sobre el genoma del tilacino, su expresión genética y posibles enfermedades virales que lo afectaron. Andrew Pask, quien lidera los esfuerzos para resucitar al tilacino, ve este descubrimiento como una luz en su misión, afirmando que esto aportará una «profundidad significativa a nuestra comprensión de la biología de animales extintos».
Así, este descubrimiento del ARN del tigre de Tasmania no solo revela detalles sobre una especie perdida, sino que también ilumina posibilidades futuras en la ciencia genética y la conservación. En cada hebra de ARN se encuentran las historias del pasado y las esperanzas del futuro, uniendo la historia natural con el avance tecnológico y el deseo humano de comprender y conservar el mundo que nos rodea.