En nuestro afán por entender el universo y civilizaciones y nuestra posición en él, la evolución de la vida en la Tierra ofrece un relato fascinante de adaptación y diversificación. Desde los océanos hasta los cielos, la vida ha encontrado formas innumerables de prosperar.
Los seres humanos, primates con la capacidad de hablar y pulgares oponibles, han llegado a dominar nuestro planeta y ahora están comenzando a construir una civilización espacial. Sin embargo, mientras miramos más allá de nuestra atmósfera terrestre, surge la pregunta: ¿qué pasa en otros planetas donde las condiciones son radicalmente diferentes? ¿Podrían las especies dominantes de mundos acuáticos construir una civilización tecnológica y, de ser así, tendrían la capacidad de dejar su hogar oceánico para explorar el espacio?
Un intrigante estudio publicado en el Journal of the British Interplanetary Society por Elio Quiroga, profesor de la Universidad del Atlántico Medio, explora precisamente estas preguntas. Su artículo, titulado «Introducción del Factor de Escape de Exoplanetas y los Mundos Pecera», propone nuevas herramientas conceptuales para la búsqueda de civilizaciones extraterrestres.
La investigación de Quiroga de civilizaciones se sumerge en los desafíos físicos y tecnológicos que enfrentarían las civilizaciones en planetas con condiciones extremas, especialmente aquellas que pueden influir en su capacidad para participar en la exploración espacial.
Uno de los conceptos clave introducidos por Quiroga es el «Factor de Escape de Exoplanetas» (Fex), que se relaciona con la velocidad de escape del planeta, es decir, la velocidad necesaria para superar la gravedad del planeta. La Tierra, por ejemplo, tiene una velocidad de escape de 11.2 km/s. Los planetas más masivos, conocidos como supertierras, pueden tener velocidades de escape significativamente más altas debido a su mayor gravedad, lo que complica potencialmente el lanzamiento de naves espaciales en otras civilizaciones.
Quiroga argumenta que un Fex superior a 2.2 haría extremadamente difícil, si no imposible, que las civilizaciones de esos planetas desarrollen tecnología de cohetes capaz de alcanzar el espacio.
Según el estudio habría cientos de civilizaciones inteligentes extraterrestres como nosotros
Esto plantea un escenario en el que una civilización inteligente podría estar permanentemente confinada a su mundo natal, sin la posibilidad de explorar físicamente su sistema solar o más allá. Además, si la vida evolucionara en un entorno extremadamente hostil, como un mundo oceánico profundo o bajo gruesas capas de hielo, estas civilizaciones podrían desarrollarse de manera completamente diferente a la nuestra, posiblemente sin nunca concebir la idea de la exploración espacial.
El artículo también discute los «mundos pecera», término acuñado por Quiroga para describir planetas de los cuales es físicamente imposible escapar debido a altas velocidades de escape.
Estos mundos presentarían un conjunto único de desafíos para sus habitantes, limitando su capacidad para interactuar con el universo más allá de su propia atmósfera o incluso ser conscientes de él. Por ejemplo, en un planeta con una capa de nubes densa y continua, sus habitantes podrían nunca ver las estrellas, lo que limitaría su comprensión del cosmos y podría impedir el desarrollo de la curiosidad científica sobre el universo exterior.
Además de los desafíos físicos, Quiroga especula sobre las implicaciones culturales y tecnológicas de estos entornos confinados en civilizaciones extraterrestres. En un mundo oceánico, por ejemplo, la comunicación podría ser muy diferente, utilizando tal vez sonidos que viajan largas distancias bajo el agua, lo que podría eliminar la necesidad de dispositivos de comunicación convencionales y afectar el desarrollo tecnológico de la civilización.
La investigación de Quiroga no solo expande nuestra comprensión de lo que es posible en términos de vida y civilización extraterrestre, sino que también nos recuerda la singularidad de la Tierra y la relativa facilidad con la que los seres humanos han podido lanzarse al espacio. A medida que continuamos buscando señales de vida inteligente más allá de nuestro planeta, este estudio aporta una perspectiva valiosa sobre los límites y posibilidades de las civilizaciones en todo el universo.
Este enfoque innovador de Quiroga hacia la astrobiología y la búsqueda de inteligencia extraterrestre nos obliga a reconsiderar no solo dónde, sino cómo, podríamos encontrar vida en otros planetas. Al final, estudios como este amplían nuestra imaginación y nos preparan para las sorpresas que el universo puede tener reservadas, desafiando nuestras nociones preconcebidas sobre lo que significa ser una civilización espacial.