Mirar hacia afuera

En Canarias desde cualquier sitio vemos el mar. Desde el Teide en las calmas de septiembre se ven las siete islas. Trasladados al exterior nos sentimos huérfanos de mar

En Canarias desde cualquier sitio vemos el mar. Desde el Teide en las calmas de septiembre se ven las siete islas. Trasladados al exterior nos sentimos huérfanos de mar. Éste nos transmite su inmensidad, nos sugiere la otra orilla y también el riesgo, que nos devuelve a la seguridad de la costa. Sentimientos isleños contrapuestos, que nos colocan la isla como oportunidad o amenaza. Pocos lugares del mundo han tenido en tan poco tiempo una evolución tan rápida desde una sociedad rural a otra de servicios. En limitadas geografías territoriales y humanas operar exige un cuidadoso equilibrio, sobre las actividades, sobre el territorio y sobre el marco institucional.

Canarias no acaba de encontrar su lugar bajo el sol. En 1991 se modificó el régimen de integración de Canarias en la UE, integración plena con especificidades que venía a recoger el antiguo sistema de puertos francos. Y con ellas sus condiciones en política aduanera, fiscal, agrícola, ayudas públicas, acceso a fondos estructurales y programas horizontales. Un lío, el REF, el AIEM, la ZEC, el IGIC, el Posei-REA y los fondos RUP configuran el paisaje de una relación nunca clara.

En Canarias, el Informe Barnier-Solbes de octubre de 2011, Las Regiones Ultraperiféricas Europeas en el Mercado Único, dio lugar a la Comunicación de la Comisión Las RUP Europeas en pos de un crecimiento Inteligente, Sostenible e Integrador, de junio de 2012, encajado en la Estrategia Europea 2020. Sostenida en la economía del crecimiento y la innovación, verde y competitiva, que fomente el empleo y la cohesión social. Cada región debe diseñar su propio camino y reducir obstáculos al mercado único.
Sin embargo, en Canarias la realidad es otra al margen del discurso oficial. Europa se pregunta hoy cómo es posible que con los ingentes recursos públicos desplegados, estos no se hayan visto en la realidad social. Pues bien fácil, porque se los come el sistema público y su estructura subsidiada, sin que los mismos sean capaces de nutrir las estructuras finalistas de la sociedad civil a que van destinados. Ello ocurre así porque el diseño institucional canario es perverso.

Canarias modifica el REF y se aprovecha para subir los impuestos cuando su finalidad es la contraria, se resuelve la parte financiera y no la económica. En junio de 2012 se sube un 40% el IGIC, que recauda hoy 200 millones de euros más al año de lo previsto y no se reduce a pesar de haber comprometido su bajada. Canarias mantiene con España una balanza fiscal negativa de 3.000 millones de euros al año y un diferencial de paro negativo del 8%. La realidad es que mientras esperamos el futuro, el diseño institucional canario aumenta implacablemente la carga impositiva y corta la capacidad de emprendeduría. Cada nueva ley, tres impuestos nuevos de más, ya lo estamos viendo en la nueva Ley del Suelo.

Con ello la verdadera dificultad de Canarias no estriba sólo en bajar los impuestos, sino en permitir que la sociedad más creativa y emprendedora pueda ejercer la actividad económica con seguridad jurídica y oportunidades. La Administración canaria tiene que replegarse para que la sociedad civil prospere y con ella todos, dedicarse a ejercer sus acciones propias de forma equilibrada. Mirar hacia afuera.

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