El mejor momento en 25 años

La etapa más dulce en toda la historia del Club Baloncesto Canarias se entiende perfectamente desde la mirada de Conrado Rodríguez Jaubert, médico de la entidad desde la campaña 91/92
Solo una temporada permaneció Rodríguez Jaubert en la cantera canarista, a partir de ahí es el jefe de los servicios médicos del primer equipo del CB Canarias. Ándres Gutiérrez
Solo una temporada permaneció Rodríguez Jaubert en la cantera canarista, a partir       de ahí es el jefe de los servicios médicos del primer equipo del CB Canarias. Ándres Gutiérrez
Solo una temporada permaneció Rodríguez Jaubert en la cantera canarista, a partir de ahí es el jefe de los servicios médicos del primer equipo del CB Canarias. Ándres Gutiérrez

“Lo paso muy mal en cada partido, sufro, me gustaría estar en la grada, gritando, pero, claro, yo no puedo”. Así, durante más de 25 años. Conrado Rodríguez Jaubert, médico del CB Canarias, ha vivido desde dentro los peores momentos de la entidad aurinegra y, ahora, disfruta de la mejor época en la historia de una institución que se entiende, perfectamente, desde la perspectiva de este médico inquieto, que aún no sabe cómo supo Pepe Cabrera que llegaba a la Isla después de vivir en Barcelona, algo que aprovechó para ficharlo para las categorías inferiores del club. Así comenzó un viaje que dura más de dos décadas.

“Dejé el trabajo en Barcelona un viernes y, de repente, me llamó Pepe Cabrera. Ellos buscaban un médico para categorías inferiores y no dudé en aceptar”, señala Conrado, que rememora que la reunión con Cabrera fue en las históricas gradas del pabellón del Colegio Luther King.

Duró un año en la cantera, en 1991, pero 365 días después empezó a trabajar con el primer equipo. Antes de que llegara ese momento, tuvo su primer, e inalterable, gran recuerdo canarista: “Jamás se me olvidará. Siendo yo médico de la base se acercó a mí Wayne Brabender, por aquel entrenador del primer equipo, y me pidió si podía interrumpirme para ver un jugador de la primera plantilla que se acababa de lesionar. Me chocó, porque en Hospitalet, donde trabajaba yo anteriormente, la cantera estaba separada de los equipos de élite. Además, era una persona muy educada, su forma de dirigirse a mí, de no querer interrumpir, me llamó mucho la atención”.

Es el primer recuerdo positivo, el negativo, desgraciadamente, también le quedó marcado: “Tom Sheehey se partió el metacarpiano de la mano derecha justo antes de que empezaran los play off de la 92/93. Eso trastocó los planes del equipo, mucho, y es algo que no se me olvidará”.

Las lesiones son, obviamente, el peor trago para el doctor canarista. “Existe presión”, reconoce porque “necesitas dar plazos exactos” y hay lesiones “que pueden pegar o no pegar”. A eso se le suma el ansia del jugador lesionado por llegar cuanto antes a cumplir los plazos, a regresar a las pistas: “Hay algunos tratamientos disparatados que el jugador lee y pide que se le haga. Hay que explicarle que ese tipo de cosas no están demostradas y porque a determinado jugador le haya ido bien no quiere decir que realmente sea así. Pero, sobre todo, la presión te la impones tú con los plazos”, que deben ser “muy exactos” porque el entrenador necesita esa información para “poder obrar en consecuencia”.

Rodríguez Jaubert no cree en la mala suerte en lo que concierne a las lesiones y explica las actuales dolencias de Richotti y Beirán como “algo natural” cuando se trata de “deporte de élite que conlleva contacto”. “Este año, además, es una cuestión de probabilidad: si juegas dos partidos a la semana tendrás más posibilidades de lesionarte que si juegas solo uno”.

Su relación diaria con la plantilla le lleva a tener buena relación con sus integrantes, algo que “por cuestión de edad” va cambiando con el tiempo: “Juan Méndez me ayudó a montar la cuna de mi hija. Salía con ellos, cenábamos juntos…Eran otros tiempos, porque yo tenía 29 o 30 años y la relación de confianza era mayor que con la actual plantilla. No por nada, sino meramente por una cuestión de ser generaciones diferentes. Yo hacía la preparación física en pretemporada con los jugadores; ahora no se me ocurriría hacer el ridículo de esa manera”.

A pesar de ello, si se le pregunta por el jugador que más pena le ha dado que se marchara del club, Rodríguez Jaubert no duda un instante: “Jaime Heras. Lo conocí en júnior y, al final, vives mucho con él. Luego vas perdiendo contacto, pero claro que da pena. Levi Rost, con el que trabajamos mucho tras su lesión a Gran Canaria, es otro con el que tienes vínculos. Entiendes que se vayan por diferentes motivos, pero claro que te da pena”.

Preguntado por el que mejores condiciones físicas ha tenido de todos los que han pasado por sus manos tampoco titubea un solo segundo: “Nico Richotti. Solo hay que ver su potencia de salto para comprobar la capacidad física que tiene. Rodrigo San Miguel, también y, en general, los jugadores afroamericanos tienen una capacidad muscular increíble”. Además de los jugadores de la actual plantilla, el doctor recuerda a Édgar Núñez como un jugador con “una capacidad física muy, muy buena” más allá de cuestiones técnicas en las que “nunca” entra porque no “forma parte” de su labor.

De toda su andadura se queda con el ascenso a la ACB, no solo por regresar a la élite sino porque aquello se logró “con un grupo de trabajo” que llevaba “muchos años juntos”, alcanzando la meta deseada: “Estar con tus compañeros, que son amigos, celebrando, no tiene precio”.

Además, reconoce no haber tenido “problemas” con ningún entrenador del equipo “más allá de alguna discusión lógica”, quizás porque entiende que los técnicos “deben meterse” en su campo de trabajo: “Deben controlar todo. Es lo lógico. A partir de ahí marcamos los límites de cada uno para trabajar de la mejor manera posible y, hasta el momento, siempre ha sido así”.

Evaluador paralímpico, pesimista y poco amigo de redes sociales

Este apasionado de su trabajo, que se especializó en Medicina Deportiva porque le gustaba todo lo relacionado con el Aparato Locomotor excepto lo que tenía que ver con el quirófano de traumatología, siempre tendrá la duda de saber quién le dio su teléfono a Pepe Cabrera, al que está agradecido. Se reconoce como un “pesimista empedernido” algo que va en su “forma de ser” y admite, sin tapujos ser “el pesimista” del banquillo canarista porque “hasta un segundo antes del final” siempre cree que la derrota caerá del lado aurinegro. A pesar de que le cuesta “muchísimo” controlar los nervios en su zona de banquillos, “solo una vez en 25 años” le han llamado la atención en una cancha, como uno es el jugador del que no guarda buen recuerdo en todo ese tiempo, al que prefiere no citar. Curiosamente, hasta él mismo se sorprendió de que “lo que más extrañara” de abandonar el Ríos Tejera fuera perder el contacto diario con el CV Aguere, con el que había creado “un gran vínculo” gracias al día a día de entrenamientos. Precisamente algunos lazos con exjugadores y exentrenadores del Canarias se han ido perdiendo por su poca afición a la redes sociales “sea Facebook o Twitter”, pero su cuñado, el periodista José Antonio Pérez, lo mantiene “siempre informado” de todo lo necesario. Como de este reportaje, para el que cedió parte de su tiempo, algo que, precisamente, no le sobra.

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