Parlamento y democracia

Se suele decir que el pueblo que no respeta a su Parlamento no merece tenerlo y, en consecuencia, no merece la democracia

Se suele decir que el pueblo que no respeta a su Parlamento no merece tenerlo y, en consecuencia, no merece la democracia. Porque la única democracia verdadera -sin apellidos- se fundamenta en un Parlamento que represente la voluntad general, sea depositario de la soberanía, haga las leyes y controle al Gobierno. Los votos se cuentan en las urnas y no en la calle, y de las urnas nacen los Parlamentos. En estos principios los británicos y su ejemplar democracia nos dan lecciones más que elocuentes: unas lecciones que los españoles en general, y los canarios en particular, no hemos asumido. Ahí están los insultos y las coacciones a los diputados (a veces por otros diputados), y ahí están las manifestaciones agresivas ante las sedes parlamentarias.

Todo esto es así hasta el punto de que los regímenes no democráticos inventan apellidos para sus supuestas democracias (la democracia orgánica franquista y la democracia popular comunista, por citar dos casos), y fabrican supuestos Parlamentos, que dejan funcionar mientras se muestren dóciles y colaboradores con la dictadura (en algunos países comunistas europeos existían legalmente partidos no comunistas, a los que el sistema electoral nunca permitía alcanzar la mayoría). Los problemas para los dictadores empiezan cuando los Parlamentos son auténticos y se les oponen. Y cuando la mayoría del pueblo vota a estos Parlamentos y los respeta.

Eso es lo que está pasando en la dictadura venezolana, en donde la oposición democrática al chavismo ganó la mayoría en las urnas, y debería estar ejerciendo la plenitud del poder legislativo y desmontando el régimen desde dentro. Pero los chavistas no están dispuestos a permitir que un Parlamento democrático les expulse del poder, y, para evitarlo, se han dedicado a retorcer su propia Constitución e inventar una sucesión de aberraciones democráticas, como conceder a Maduro poder legislativo (Franco también lo tenía). La última ha sido la ocurrencia de un poder judicial en manos de un delincuente chavista de despojar al Parlamento de sus poderes; una astracanada surrealista cuestionada incluso desde dentro del régimen y parece que corregida. En cuanto a las reacciones de los partidos españoles, de Podemos, Izquierda Unida y demás antisistema no esperábamos otra cosa, la verdad. Y de algunos socialistas, incluyendo al supuesto mediador Rodríguez Zapatero, tampoco, por qué no decirlo.

TE PUEDE INTERESAR