Un palmo de pinocha

Me dice quien conoce bien el monte de Tenerife que hay en él un palmo de pinocha. Esto quiere decir que, en este momento, nuestros bosques constituyen un polvorín

Me dice quien conoce bien el monte de Tenerife que hay en él un palmo de pinocha. Esto quiere decir que, en este momento, nuestros bosques constituyen un polvorín. El verano ha enviado sus primeros síntomas y el riesgo de incendio, fortuito o provocado, crece. Echen un vistazo a lo que está ocurriendo en Portugal, donde un incendio forestal se ha llevado más de sesenta vidas y ha devastado una parte del país. Portugal difícilmente va a recuperarse de este suceso trágico y a mí me da mucha pena del pueblo portugués, al que estimo, por lo que está ocurriendo en su territorio. Nosotros sabemos de sucesos trágicos relacionados con el fuego.

No se olviden de lo que ocurrió en La Gomera en 1984, cuando el fuego se llevó más de veinte vidas, entre ellas la de Paco Afonso, el prometedor político socialista portuense. Y la de su secretario y la de su chófer y las de una docena de jóvenes que estaban cerca de Agando, de acampada. Que el Cabildo tinerfeño ponga el remedio antes de que sea demasiado tarde, que retire esa pinocha, que limpie el monte y que no asuma riesgos. Que la Guardia Civil extreme la vigilancia, a través del Seprona, para que el incendiario no haga de las suyas, como hace siempre. y que no juguemos con fuego y nunca mejor empleada la expresión. Yo no quiero alarmar, lo que sí quiero es prevenir. Cuidado con el monte, porque además de riqueza alberga belleza. Más belleza que riqueza en el caso de estas islas, que viven precisamente de eso, de lo bonitas que son. Repito: no juguemos con fuego que, históricamente, ya hemos tenido bastante. Y el que avisa no es traidor. No me gustaría tener que cubrir otro incendio forestal. Ya estuve a punto de morir en uno de ellos.

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