hugo luengo

Alcantarillas e incendios

Mar y monte. Playas y bosque. Costas y vumbres. Alcantarillas e incendios. En islas sometidas a la sostenibilidad económica, social, ambiental y cultural, han venido las microalgas a mostrarnos su desequilibrio. Decía nuestro presidente de Canarias, en un brillante ejercicio de “posverdad”, que aquellos que no siguen la versión oficial de los hechos, están engañados en una “desinformación masiva”. Juego al que se suman los “científicos oficiales”, señalando que sus hipótesis son sólo para científicos conocedores de lo que se habla y que lo no relevante no debe publicarse para no generar alarmas. Esta orweliana tesis pretende forzar con hipótesis teóricas, una realidad adaptada a la versión oficial. Refutada estos días por versiones científicas diversas de contrario, que además nos alertan sobre la peligrosidad del fenómeno. Sosteniendo al tiempo versiones contrarias a la oficial, avaladas por numerosas opiniones científicas contrastadas.

No es difícil entender, aunque el gobierno nos prohíba pensar, que cualquier sistema vivo en atención al “primer principio de la termodinámica”, tiende a estabilizarse en su nivel mínimo de consumo de energía. Es más útil para las “cianobacterias”, como se ha demostrado con casos reales en Israel, nutrirse al tiempo de residuos fecales, que esforzarse en hacer fotosíntesis. Como ha sido más fácil para la bandada de 5.000 gaviotas del sur de Tenerife, sobrevivir comiendo en el vertedero, que pescando en el mar. La evolución demuestra que no sobrevive el más capaz sino el más adaptable. El oportunista, como en la política. Donde vemos al tiempo la postura de las oposiciones, que debieran conocer la situación arrastrada en decenios y ahora se dan cuenta.

De actualidad por ello la necesidad de abordar la “gestión del ciclo integral del agua” en la costa y la “gestión integrada del bosque” en las cumbres. En nuestra “isla-ciudad”, con más de un millón de habitantes, las costas no pueden ser alcantarillas, ni los montes y sus bordes, “campos de incendio”. El Cabildo debe priorizar funciones. Priorizar el anillo insular, el ciclo integral del agua, la gestión de los montes, la inversión pública y el mantenimiento. Desaparecer de las actividades impropias y no entrar en nuevas ajenas a la acción pública. Ahora el circuito del motor y la televisión propia, de las que hay que temer no los costes de implantación sino los de mantenimiento. El ciclo integral del agua, con el soporte del Plan del Consejo Insular de Aguas, coordina producción, transporte, reservas, consumo, depuración, reutilización y vertidos depurados. Su atraso en 20 años va a producir un estrangulamiento en el desarrollo insular, bloqueando por las dificultades de depuración y vertido y por exigencias normativas (Europa las ha penalizado), iniciativas turísticas, industriales y residenciales.

Nuestros montes -pinar, laurisilva y fayal-brezal- han venido derivando en “áreas de protección paisajística”, que congelan su uso y el de sus entornos rústicos. El monte que no se quema es aquel que se usa. Con uso sostenible de la pinocha, eco-carboneo y aprovechamiento del sotobosque, ecoturismo y gestión de invierno. El bosque es esencial en el ciclo del agua, en el paisaje, medio ambiente y turismo. Debemos adaptar de forma sostenible la acción pública insular, priorizando sus funciones básicas y abriendo las actuaciones a la iniciativa privada. Las Administraciones priorizando las redes ambientales, infraestructuras y servicios, comunicaciones y conocimiento. El recurso es la coordinación, dentro del cambio de modelo de gestión. Sostenible.

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