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Locos

A Puigdemont se le ha puesto una cara rara. Yo me lo encuentro en una esquina, de noche, y me echo a correr. Le ha dado por desafiar a los poderes del Estado y es idiota

A Puigdemont se le ha puesto una cara rara. Yo me lo encuentro en una esquina, de noche, y me echo a correr. Le ha dado por desafiar a los poderes del Estado y es idiota. Nadie es capaz de derrotar a los poderes del Estado, aunque estos no tengan razón, que esta vez sí la tienen. Puigdemont se cree el Llanero Solitario. Y no es más que un títere a las órdenes de la extrema izquierda. Ya ocurrió cuando la II República, con un Companys mucho más inteligente que Puigdemont e igual de iluso y, aquella vez, mucho más sacrificado. Ahora, el que pretenda saber lo que va a hacer Rajoy, va dado. Alfonso Guerra, que conoce este país, que fue uno de los padres de la Constitución y uno de los políticos más brillantes de la Transición, ha dicho que aquí no hay más que aplicar el artículo 155 de la Constitución, que habilita al Senado para suspender toda o parte de la autonomía catalana. Los senadores del PP se bastan y se sobran para proceder; es decir, que Rajoy sólo tiene que dar la orden. Supongo que el Gobierno mantendrá alerta a las fuerzas de seguridad para que el día uno de octubre el referéndum no se celebre y que, ese día, ya la policía autonómica catalana se encuentre a las órdenes del ministro del Interior. Los independentistas catalanes son unos locos. El problema de fondo está en salvar de la cárcel a los que metieron la mano donde no debían. Hay algunos que ya han sido descubiertos, como los miembros del cártel Pujol, y otros que todavía están pendientes de que los empapelen. Este problema que tiene ahora Rajoy ya lo tuvo Azaña. Esta mascarada se repite más o menos cada medio siglo. Como dice Arcadi Espada, a los catalanes les falta paciencia: sólo llevan unos 200 años esperando.

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