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Millones de razones

La gente de España demostró el domingo en Barcelona que es sabia. Lenta, pero sabia. ¿Qué pasará ahora por las mentes de Puigdemont, del bizco y de la presidenta del Parlamento, de los de la CUP y de toda la basca?

La gente de España demostró el domingo en Barcelona que es sabia. Lenta, pero sabia. ¿Qué pasará ahora por las mentes de Puigdemont, del bizco y de la presidenta del Parlamento, de los de la CUP y de toda la basca? ¿Se inmolarán hoy en la sede del Parlamento catalán proclamando la independencia? ¿O se arriesgarán a no hacerlo y a que la CUP les retire el apoyo y el Gobierno se vaya a hacer puñetas? Si siguen hasta el final acabarán en la cárcel -en verdad, ya merecen estar entre rejas- y si detienen aquí el proceso, pues también irán a la cárcel, porque méritos atesoran de sobra. No digamos nada de Trapero y de los responsables de esa mascarada de policía autonómica, que hace de políticos, no de policías. Lo de Cataluña ha sido un gran fraude, empezando por las idioteces de Puigdemont corrigiendo al rey y terminando con las fregonas chinas convertidas en urnas, con el escudo catalán impreso en ellas. Los mismos medios que se han creído la patraña, en Europa, están reculando y echándose las manos a la cabeza por su ingenuidad; y la BBC ha enmudecido, tras las imágenes del domingo: un millón de personas diciendo que Cataluña es España y otro medio millón, con camisas blancas, pidiendo paz y diálogo. Sí, paz y diálogo, pero, primero, que los responsables entren en prisión, tras dialogar con los jueces en los tribunales y tras ser condenados, porque son culpables. Este es un Estado de derecho, el que ellos querían, no. El de ellos es el Estado del 3%, del 5% y últimamente del 10%. La burguesía catalana, que al fin y al cabo es la que ha montado este follón, se sentará en el banquillo y será la vergüenza de Cataluña y de toda España. Y es que en las películas siempre gana el bueno. Por algo será. Por millones de razones.

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