el charco hondo

Los peligros del estupendismo

Las bengalas se multiplican. Crecen las voces, análisis e informes advirtiendo del peligro de seguir pensando (como algunos operadores) que hagamos lo que hagamos los turistas seguirán viniendo, llenando, volviendo. Huyen de la conversación, pero saben que las vacas gordas del sector son vacas gordas muy flacas, y que la resistencia a invertir ahora, ya, pero ya, en mejorar el producto, pasará factura a las Islas cuando se confirme la recuperación de otros destinos. Prefieren ahorrarse el esfuerzo -supondría ganar algo menos, uf..-, de ahí que cierren ojos y oídos para dejar de ver o escuchar señales que animan a pensar que más pronto que tarde las vacas gordas prestadas, llegadas a las Islas de rebote, recuperarán las ganas de vivir otras experiencias igualmente buenas pero más baratas. Se equivocan. El pecado de acumular beneficios sin abrirse a inversiones dibuja la antesala de una penitencia que pinta mal. Vacas gordas muy flacas. Vacas gordas prestadas. También Deloitte apunta en esta dirección. Según la consultora, a pesar del récord turístico de los últimos dos años (puede que irrepetible), Canarias adolece de poca inversión en la renovación de sus instalaciones y alojamientos; y, completando el cuadro de los errores, muchos -que suman demasiados- tampoco están apostando por la imprescindible actualización de las estrategias para adaptarlas a las demandas de los turistas. Los consultores van más allá. Confirmando la teoría de las vacas gordas prestadas, concluyen, de forma tan clara como alarmante, que nuestro sector turístico no estará preparado para hacer frente a sus competidores cuando más pronto que tarde salgan del bache de los últimos años. Hasta veinte puntos podríamos caer. Aun así, en las Islas como quien oye llover. Instalados en el estupendismo, demasiados operadores, que suman muchos, viven al día; y, en el caso de los responsables públicos, muchos
-que suman demasiados- están tan a gustito presumiendo de millones de turistas que no perderán un minuto en aguarse la fiesta poniendo dedo alguno en amenazas no atendidas.

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