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Michelle y Judith, tras su exitoso Mundial en México: “Nos volveremos a ver el año que viene”

Michelle Alonso, Judit Rolo y José Luis Guadalupe visitaron DIARIO DE AVISOS tras sus éxitos en el Mundial de Ciudad de México y prometieron regresar tras el europeo de 2018
Judit Rolo y Michelle Alonso, durante su visita de ayer a DIARIO DE AVISOS. / Sergio Méndez

No hay cansancio ni jet lag que pueda con la felicidad del objetivo cumplido. En la cara de Michelle Alonso y Judit Rolo se refleja la acumulación de esfuerzos y de tensión, en su físico también. Michelle bajó dos kilos durante su estancia de semana y media en Ciudad de México, Judit perdió cerca de un kilo. El peso que se dejaron en la capital centroamericana lo trajeron convertido en medallas.

Las dos deportistas y su entrenador, José Luis Guadalupe son gente de puntualidad. No les gusta llegar tarde a ningún lado… y menos a la meta. Por eso cuando quedan con DIARIO DE AVISOS para la tradicional visita de cada final de campeonato pactan la hora. “Las 12.00 está bien para que nos de tiempo de hacer unos trámites antes”, asegura Guadalupe.

Michelle, Judit y su mentor aparecen un cuarto de hora antes, son los vicios adquiridos de su profesión. Mochila en mano, los tres protagonistas de una nueva gesta del deporte tinerfeño se adentran en las entrañas del edificio, ya conocen el camino y el protocolo. Suben a la redacción y mientras esperan la llegada del fotógrafo ojean varias publicaciones donde se resumen los éxitos de su participación en el Campeonato del Mundo de Ciudad de México.

“El álbum de fotos está genial”, señala Michelle Alonso, acostumbrada como pocas a la condición de deportista mediática. La sirena tinerfeña ya tiene tablas, casi se desenvuelve igual que dentro de la piscina. Michelle es alegría. “Estoy agotada, fue un campeonato muy largo”, explica. La estancia en México y las condiciones de competición le pasaron factura, pero saca de la mochila las medallas y su cara brilla. “Cógelas Guada que estas medallas son también tuyas”, le dice a su entrenador que, como siempre, se sacude el mérito.

Michelle Alonso sumó su segundo oro mundialista, esta vez en Ciudad de México. / Sergio Méndez

La expresión de Judit va más allá de la alegría. Sus dos medallas le han dado la vida después de 14 meses de duro trabajo físico y psicológico. Judit tendrá beca para preparar su participación en los Juegos de Tokio de 2020 aunque antes tendrá que cumplir con el trámite de acercarse a la marca lograda en Ciudad de México para renovar su ayuda económica. Lo tendrá que hacer el próximo año en Dublín en los Campeonatos de Europa… pero eso será en 2018.

“Ahora es el momento de descansar porque ha sido un año muy exigente”, cuenta. Se va soltando poco a poco en esto de atender a los medios de comunicación. Ya lo hizo ante la prensa mexicana durante los campeonatos para relatar su historia de superación y la trayectoria deportiva y académica de esta técnico de laboratorio y veterinaria que decidió volver a la natación después de haber subido algunos kilos de peso por la ausencia de actividad física.

Con la llegada del fotógrafo cambian, lucen más serias… a ratos. “No te pongas detrás mío Guadalupe que no se te va a ver en la foto” bromea Judit mientras Michelle sigue intentando que el entrenador pose medallas en mano, algo que no conseguirá pese a sus artimañas.

De Ciudad de México se traen sus logros, su convivencia y sus conocimientos. Y es que no son sólo los 8.335 kilómetros que separan la capital centroamericana de Tenerife lo que han encontrado diferente. Han competido a 2.250 metros de altitud, 750 metros por encima de la altitud de Vilaflor y eso se nota. “Terminábamos asfixiadas”, cuenta Michelle que tuvo que recurrir al oxígeno al acabar su última prueba oficial.

Judit Rolo sumó sus dos primeras medallas en una competición internacional de máximo nivel. / Sergio Méndez

Como bien les dijo un taxista local, en Ciudad de México está lo mejor y lo peor del país. “Me pareció más insegura incluso que Río de Janeiro”, explicaba Guadalupe que diferenciaba esas condiciones de tranquilidad explicando que “en Brasil se veía al ejército por las calles, aquí veías a algún policía y parecían que eran los malos”.

Turismo sí, pero no gastronómico por aquello de los picantes y de las carnes con clembuterol. “Nos contaron algo de las civilizaciones antiguas, nos explicaron la historia de los aztecas que se mataban hasta que sobreviviera uno… que era sacrificado. Jugaban con las cabezas de la gente, eran muy bárbaros”, explica el entrenador tinerfeño que se trae mejor imagen de los mayas. “Eran más tranquilos y más reflexivos”, dice. Entonces Guadalupe, históricamente, hubiera sido un maya.

Del terremoto que asoló la cuarta ciudad más poblada del planeta tierra todavía quedan ruinas. “Al lado de nuestro hotel había una casa destruida, luego había casas que parecían más viejas y estaban en pie, pero hay partes muy afectadas”, explica Guadalupe en relación a la construcción de Ciudad de México alrededor de lo que en la antigüedad era una isla cuyos alrededores se rellenaron “como aquí rellenamos la montaña del Lazareto”, es decir, con basura. Por eso es que muchos edificios se han empezado a torcer o otros directamente se han derrumbado incluso antes del terremoto.

El balance de las dos sirenas tinerfeñas es el de haber vivido una experiencia más que satisfactoria. “Tiene mucho mérito haber competido en altura y haber logrado estos resultados”, resume Guadalupe. En 2018 nos volveremos a ver.

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