“En nuestra sociedad no se puede hablar de sexo”

Carmen García Olid es psicóloga clínica, versada en temas como la dependencia emocional y la terapia de pareja

Texto: ALEJANDRA AGUADO

Carmen García Olid. Psicóloga y sexóloga. / FRAN PALLERO
Carmen García Olid. Psicóloga y sexóloga. / FRAN PALLERO

Carmen García Olid es psicóloga clínica, versada en temas como la dependencia emocional y la terapia de pareja. Se licenció en Psicología en Madrid, especializándose en Psicología Clínica, Psicología Forense y Sexología.Lleva trabajando desde 1988 en el ámbito privado, y cuenta actualmente con una consulta en La Orotava.

-¿Cree que hoy en día sigue presente un tabú en torno al sexo?
“Sin duda alguna es uno de los temas en los que hay más tabúes, más desinformación. La gente tiene mucha curiosidad por saber, pero también mucha hipocresía. Es decir, uno busca información, quiere enterarse, pero no quiere hablar de sexo abiertamente”.

-¿A qué se debe esta ironía?
“Tradicionalmente todo lo que tiene que ver con el sexo ha sido castigado a través de las religiones. Moralmente ha estado muy reprendido, se vinculaba exclusivamente con la reproducción. Por ello, desde la Edad Media la humanidad ha crecido en una cultura donde la sexualidad se percibe como algo malo, negativo, algo que esconder. Esto lo seguimos arrastrando todavía, porque aún hoy hay creencias religiosas muy fuertes, a veces incluso demasiado fanáticas, en que todo lo que tiene que ver con el sexo es pecado, es tabú. Cuando es algo tan imprescindible en la vida que sin sexo ésta no existe. Es algo natural”.

-¿En los colegios se enseña de forma correcta la sexualidad?
“El problema es que en las escuelas se está enseñando sexualidad desde el punto de vista biológico. Se explica la anatomía, la fisiología… básicamente la reproducción. También hay otra parte del temario que se centra en combatir las enfermedades de transmisión sexual y la prevención de embarazos no deseados. Pero no se explica nada que tiene que ver con la conducta sexual”.

-¿Por qué?
“A veces porque los propios profesores no saben cómo tienen que transmitirlo. Pero en muchas ocasiones, dadas cuestiones culturales, hay padres con sistemas de valores diferentes que no quieren que a sus hijos se les hable de sexo, o que se les hable de sexo de una manera determinada. Por ejemplo, católicos practicantes que consideran que el sexo es sólo para personas casadas, sólo para procrear y por tanto no se pueden usar métodos anticonceptivos. En un país donde tenemos tanta multiculturalidad, adaptar una educación sexual para todos los gustos es imposible. Por ello se limita a la biología, que es aséptica e indiscutible”.

-Sin embargo, solemos olvidar que los niños crecen y se convierten en adultos ¿Una sobreprotección infantil no degenera en desconocimiento o algo peor?
“Puede desembocar en disfunciones sexuales. Esto también revierte en un miedo a la hora de plantearse si lo que uno hace es lo correcto, lo normal. Pero como en nuestra sociedad no se puede hablar de sexo, pues ahí quedan las dudas. Así los chavales comentan con otro compañero que está igual que él, o entrando en Internet, que sabe dios dónde estarán buscando”.

-¿Internet hasta qué punto deforma esta visión de la sexualidad?
“Como con todo, es verdad que en Internet hay una información bastante fiable, pero no siempre, y en el tema del sexo raya a veces lo absurdo. Como en el caso de las páginas pornográficas, que no tienen nada que ver con la realidad que pueda encontrarse uno. A veces se encuentran excesos de información, innecesarios para determinadas edad. Los niños tienen una evolución y deben ir aprendiendo poco a poco”.

-¿Cómo se han de introducir estos temas a los hijos? Porque muchas veces los padres tampoco saben hablar con naturalidad sobre sexo con ellos.
“La forma correcta es hacerlo desde el principio, desde que los niños nacen. Los niños preguntan siempre, y hay que fomentar las preguntas de todo tipo. Igual que enseñamos a nuestros hijos a hablar o andar, hemos de ir dándoles pautas para que sepan que esto en la vida también ocurre. Si un niño ve una embarazada pregunta, y no es el momento de contarle la historia de la cigüeña, sino que hay un bebé dentro de la barriga de mamá. Posteriormente, cuando el niño esté preparado para eso, te preguntará: ‘¿y cómo ha llegado ahí?’. En ese momento cuéntaselo, no le hables de las abejas, háblale de las personas y transmite tus valores. Lo que cada uno considere que es correcto, ya sea estar casados para hacerlo, o ser novios, o quererse mucho. Lo más importante es, ante todo, ir dándole al niño respuestas sinceras, adaptadas a lo que pregunta y en el momento en que lo pregunta. A un niño de cuatro años no vas a hablarle de óvulos y espermatozoides, ni de prevención de enfermedades. Así los hijos asimilan y refuerzan que la primera fuente de información son sus padres”.

-Es habitual entre adolescentes, con el despertar sexual, llevar las relaciones con miedo o vergüenza ante los padres, ¿cómo contribuye esto en su construcción de la personalidad?
“La primera relación sexual es la que tiene más trascendencia en la vida sexual de una persona. Esto deberíamos contárselo a los hijos antes de que la tengan, en lugar de exponer la situación como algo traumático, diciendo ‘el sexo es malo’ o ‘cómo yo me entere…’ Lo importante es transmitirles que la primera relación sólo es una y deben tener claro con quién quieren compartirla, ya tendrán luego tiempo de experimentar. Imagina una situación donde una chica pierde la virginidad con alguien que no la quiere, esto puede desembocar en una generalización del tipo ‘todos los hombres sólo buscan una cosa”.

-¿Y qué me dice del tema de la masturbación?
“La masturbación existe desde que los niños son pequeñitos. Suelen empezar a los dos o tres años, explorando su cuerpo. Hay que tener en cuenta que ellos no se conocen, así que les llama la atención y además les gusta. Obviamente no viven la sexualidad igual que los adultos, pero sí que sienten placer. Muchos padres se asustan y lo primero que hacen es el clásico ‘ahí no se toca’ . Automáticamente se coloca un tabú. El niño no dejará de tocarse, sino que lo hará sin que los padres lo vean. Simplemente, cuando los padres vean que sus hijos pequeños se están tocando, explicarles con naturalidad que esas partes son privadas, no públicas, así que no pueden hacerlo en medio de clase, como hay casos que se dan. Además de remarcar que no se toca ahí a nadie, ni pueden permitir que nadie les toque. Dejar estos puntos muy claros ayuda a prevenir abusos sexuales. Si un niño se toca de forma sexual, imitando el comportamiento de los adultos, o lo hace muy a menudo, es una señal de alerta. Para el infante es un juego inocente, pero silo sexualiza, realiza gestos, sonidos… es porque ha visto algo que no debía ver, en una película o donde sea, aunque también podría esconder algún tema de abuso sexual detrás”.

-¿Y cuando son más mayores?
“Todos los padres y todas las madres han sido jóvenes, y saben que a esa edad aparece la masturbación. En lugar de contar que se puede quedar ciego como se decía antes, explicar que no es una práctica que se tenga que realizar constantemente, pero que de vez en cuando es natural. La masturbación es positiva porque nos ayuda a conocernos mejor, tanto lo que nos gusta como lo que no”.

-¿Por qué hay tanta reticencia a la hora de normalizar la masturbación femenina?
“De toda la vida, es normal que los hombres se toquen, pero si es una mujer es una ninfómana, o algo por el estilo. Esto vuelve otra vez al tema de la religión. Yo me encuentro todavía en la consulta a chicas jóvenes, de treinta años, que creen que las mujeres no disfrutan con el sexo, que es sólo para hombres, porque se lo han transmitido así. Incluso hay culturas donde se producen ablaciones en niñas. Al haberse asociado siempre el sexo a la procreación, se inculca que la mujer está obligada a tener hijos y que para ello no necesita un orgasmo. Mientras que el hombre sí, porque si no, no hay eyaculación. Es una asociación moral, por eso al hombre se le permite, pero a la mujer no, estableciendo el placer como algo negativo desde el punto de vista religioso. Si una mujer se masturba lógicamente está buscando exclusivamente el placer, y por ello se ve inmoral. Por fortuna, hoy día muchas chicas lo conciben diferente”.

-¿Entonces sigue habiendo un machismo en el sexo, no sólo por parte del hombre, sino de muchas mujeres que se anulan a sí mismas?
“El machismo se mantiene muchas veces porque hay muchas mujeres machistas. No todas, pero hay algunas que lo consienten. De la misma manera que actualmente sigue habiendo muchas parejas treintañeras que prefieren tener niños porque no te pueden traer un embarazo y así viven más tranquilos. Continuamos sin educar igual a un niño que a una niña. Si un chico de 14 años está teniendo relaciones con una chica, se dice con orgullo que ‘ha salido a su padre’. Pero si te enteras de que es tu hija ¡la que se puede montar! El hombre tiene muchas mujeres porque es muy macho; la mujer decente tiene un novio con el que se casa y del que no se separa le haga lo que le haga. Todavía hay demasiadas mujeres que se acuestan con los maridos por ellos, porque lo necesitan. Además, se presupone que a todos los hombres les debe gustar y deben estar siempre por la labor, otra visión errónea. Hay hombres a los que no les interesa el sexo en absoluto, también muy respetable”.

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