Ser maestro

Hace unos días, mientras estábamos en el patio, en el recreo, un niño, un jovencito de primero de Secundaria, me llamó, y se refirió a mí como “maestro”

Hace unos días, mientras estábamos en el patio, en el recreo, un niño, un jovencito de primero de Secundaria, me llamó, y se refirió a mí como “maestro”. Me llamaba para comentarme una cosa, y no recordaba mi nombre, es lógico, en mi colegio, en el Virgen del Mar, somos más de 60 profesores, y yo no le he dado clase. Lo atendí y creo que él quedó satisfecho, por lo menos sonrió felizmente con lo que le respondí. Lo que a mí me llenó de alegría es que se dirigiera a mí con el término de maestro. Este sencillo acontecimiento, que parecerá poco importante, y hasta irrelevante para muchos, a mí me tuvo reflexionando algún tiempo, incluso aún hoy, por eso le dedico esta columna.

Ser maestro. Hay a quien le molesta, le incomoda, le parece poco adecuado el que a una persona que enseña, a un profesor se le llame así. A muchos les suena inadecuada esta terminología, pero sí soportan la de licenciados, doctores, máster, y todas esas titulaciones que suelen estar en nuestro “currículum de papel”, el de la vida es otro, y más importante. Sin embargo, qué grande es la palabra maestro, qué enorme ser un “magister”. Eso me decía hace unos años alguien que ya no está entre nosotros, el jesuita José María Díaz Alegría. Bueno, me decía a mí y a un grupo de jóvenes que nos reunimos con él en una Semana Santa, hace ya más de 30 años. Nos decía que la palabra “maestro” es tan enorme que hasta así se le denominó a Jesús. Piensen los niños nos ven a nosotros como su maestro. Como aquel que les aporta cosas y que además les muestra un camino y cariño. Lógicamente, no somos Jesús, no somos mesías, pero sí somos un reflejo de Él. Qué suerte.

Esta semana acudí a una jornada, dentro del Plan de Formación Continua del Profesorado, que realiza nuestro Virgen del Mar. La dio un verdadero gurú del mundo de la Educación Emocional en España, José María Toro. No me impactó, sino que me cautivó. En una noche me llené de uno de sus tantos textos, el que leí fue “La vida maestra: el cotidiano proceso de realización personal”.

Toro nos recordó y aportó cosas nuevas sobre la importancia de educar desde el corazón. Nos sentimos orgullosos porque en nuestro colegio se viene haciendo ya desde hace unos seis años y empleamos la educación desde lo emocional con nuestros chicos. Les dejo aquí una excelente reflexión de José María Toro: “Educar desde el corazón es educar con-razón”. Qué cierto, tan cierto como que no hay nada mejor que un niño, un alumno, te llame maestro.

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