¿Qué síntomas avisan de un fallo estructural?

Grietas que crecen, humedades y estallidos en paredes son las señales que advierten de un posible daño grave en la sustentación de un edificio
Dos operarios analizaban la parte del bloque que consiguió mantenerse en pie y que en unos días será demolida. / Sergio Méndez
Dos operarios analizaban la parte del bloque que consiguió mantenerse en pie y que en unos días será demolida. / Sergio Méndez

El derrumbe del edificio Julián José, en Los Cristianos, ha provocado que instituciones y particulares se interesen más que nunca por las condiciones de seguridad de los bloques residenciales, especialmente aquellos que cuentan con una antigüedad superior a los 40 años. El suceso debería servir, en opinión de los expertos, para destacar la importancia de las tareas de mantenimiento de los inmuebles, que en muchos casos son inexistentes.

En ese sentido recuerdan que el parque inmobiliario que se desarrolló en Canarias entre los años 60 y 70 lo hizo a una gran velocidad, especialmente en los entornos de las zonas turísticas. La mayoría de esas edificaciones se realizaron con hormigón armado que, a juicio de los arquitectos consultados, son estructuras con recursos constructivos “imprecisos” que aconsejan un seguimiento.

Otro de los problemas está relacionado con los sistemas de impermeabilización, que no duran eternamente. Las telas asfálticas tienen un máximo de 10 años de vida, a lo que hay que unir que hace cuatro decenios se colocaban tuberías de acero galvanizado que con el paso del tiempo se oxidan y empiezan a producir pérdidas. Esas fugas pueden afectar a muros, cimientos y pilares, lo cual trae como consecuencia la corrosión de la armadura que, a su vez, provoca un cierto debilitamiento de la resistencia.

“Las humedades en la cimentación es el pan nuestro de cada día”, comentan algunos profesionales, que reclaman la puesta en marcha de inspecciones técnicas de edificios para construcciones de más de medio siglo y en poblaciones por encima de los 20.000 habitantes, tal como contempla la ley. Las viviendas tienen una vida útil determinada y la legislación dice que un edificio empieza a ser viejo a partir de los 50 años, que es el período de amortización de los inmuebles.

Los síntomas que nos pueden alertar sobre una anomalía seria en un bloque de viviendas son la aparición de grietas de más de tres milímetros de ancho (especialmente si crecen), humedades y sonidos, es decir, algún estallido en las paredes o techo que se repita con cierta frecuencia. Las grietas no deben confundirse con las fisuras en los enfoscados, de menos de dos centímetros, que no revisten peligro alguno.

La ley establece períodos de responsabilidad por deficiencias
En materia de responsabilidades, la Ley de Ordenación de la Edificación apunta al promotor, constructor y a los técnicos de la obra, principalmente. Los problemas estructurales tienen una responsabilidad de 10 años como mínimo; si los desperfectos afectan a tabiquería son tres años y en caso de pinturas y remates el tiempo es de un año.

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