Más nunca

Tengo que reconocer que admiro la capacidad de la gente de Coalición Canaria para soportar -y apoyar- su cansino y repetitivo discurso victimista de que en Madrid son muy malos y no nos quieren. Y, al parecer, no tienen otra cosa mejor que hacer que perjudicar a Canarias; lo que no consiguen del todo gracias a que los caballeros -y señoras- andantes de Coalición nos defienden

Tengo que reconocer que admiro la capacidad de la gente de Coalición Canaria para soportar -y apoyar- su cansino y repetitivo discurso victimista de que en Madrid son muy malos y no nos quieren. Y, al parecer, no tienen otra cosa mejor que hacer que perjudicar a Canarias; lo que no consiguen del todo gracias a que los caballeros -y señoras- andantes de Coalición nos defienden. Un discurso que no solo desmiente la realidad, sino que ofende la inteligencia más elemental. En esa línea, Paulino Rivero había alcanzado casi la perfección, pero nuestro actual presidente del Gobierno lo ha superado en la celebración del Día de Canarias en el Auditorio Alfredo Kraus. Baste decir que lo más destacable de su primer discurso institucional de tal Día fueron sus afirmaciones sobre que “no vamos a volver a permitir que se ignoren las necesidades de los canarios; y no vamos a volver a permitir ser menos que nadie”. Lo cual, además, implica que en el pasado lo permitieron.

Los coalicioneros se reclaman nacionalistas, pero su discurso está derivando hacia un populismo de fundamentación tinerfeñista, que intenta controlar -ahogar- a la sociedad civil, empezando por la cultura, el arte y hasta la música. No es casualidad que el Auditorio de Las Palmas lleve el nombre de un artista y el de Tenerife el de un político; un político que sufrió en vida la animadversión y la enemiga de los que ahora hipócritamente lo alaban. Y, por poner un ejemplo, no es casualidad que la ópera en Las Palmas sea responsabilidad de una asociación privada, que subsiste a pesar del maltrato económico de las instituciones controladas por Coalición, mientras en Tenerife la Asociación correspondiente ha sido destruida y sustituida por el control omnipresente del Cabildo tinerfeño. Y la zarzuela lleva el mismo camino.

Claro, que si Coalición reconoce que los males de Canarias son responsabilidad de su inacabable Gobierno de perdedores y no de ningún enemigo exterior; si reconoce que la sanidad, la educación y muchas materias más son competencia de ese Gobierno, y que es solo su mala gestión la responsable de su deriva actual; si reconoce todo eso será el principio de su fin y empezará a dejar de existir. Pero es triste tener que vivir a ese precio. El presidente añadió en su discurso un “nunca más”. Los canarios solemos decir “más nunca”. Y muchos decimos que más nunca tanto populismo, tanto victimismo y tanta irresponsabilidad.

TE PUEDE INTERESAR