El bienestar del Estado

En estos tiempos de investidura y de necesidad de pactos políticos y constitucionales, uno de los lemas más repetidos entre los socialistas y la izquierda antisistema es el de una hipotética reforma constitucional que blinde el Estado del bienestar y derechos sociales como la sanidad y la educación.

En estos tiempos de investidura y de necesidad de pactos políticos y constitucionales, uno de los lemas más repetidos entre los socialistas y la izquierda antisistema es el de una hipotética reforma constitucional que blinde el Estado del bienestar y derechos sociales como la sanidad y la educación. Pero, en realidad, no sabemos muy bien de qué Estado del bienestar estamos hablando, porque se trata de competencias transferidas en su mayor parte a las Comunidades Autónomas, y pésimamente gestionadas en ellas con gran irresponsabilidad por los propios socialistas y por nacionalistas varios.

En Canarias, sin ir más lejos, el flamante Servicio Canario de Salud te da hora para dentro de cuatro meses para una consulta de oftalmología; la gente se muere estando en lista de espera, y así sucesivamente. En cuanto a la educación, también transferida, para saber de qué estamos hablando basta comprobar los índices de abandono y de fracaso escolar, y los niveles culturales y educativos de los que adolece la población canaria. Y después resulta que el culpable es Rajoy y no Coalición Canaria, que lleva casi treinta años gobernando a pesar de perder las elecciones una y otra vez, y cuyo Gobierno invierte en educación un porcentaje insuficiente del PIB. Pues bien, el problema es que hay gente que cree de buena fe -y vota en consecuencia- que la oftalmología canaria les va a dar hora para mañana y no para dentro de cuatro meses si lo dice la Constitución. Desde el siglo XIX, en lugar de estudiar Economía y aplicarla a la Política, los españoles hemos creído en los poderes taumatúrgicos de las Constituciones y las leyes, hemos creído que las normas jurídicas realizan milagros; las variadas izquierdas han manipulado esas creencias, y así nos va. No sería necesario añadir que el auténtico, real -y único- blindaje del Estado del bienestar no es otro que, lejos de falsas taumaturgias constitucionales y populismos irresponsables y manipuladores, proseguir la recuperación económica y la superación de la crisis como hasta ahora.

Porque, por ejemplo, la reforma del artículo 135 constitucional, que obliga al equilibrio presupuestario y que, no lo olvidemos, los socialistas votaron en su momento, no conduce al blindaje del Estado del bienestar; conduce directamente al rescate y a Grecia, es decir, conduce directamente al abismo. En resumen, el único blindaje posible del Estado del bienestar es el bienestar del Estado.

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