Pedagogía política

Ha llegada al poder de Trump nos afecta a todos, y por eso la televisaron en directo en casi todas partes, y fue acertado que Televisión Española y 13 TV lo hicieran en España

Ha llegada al poder de Trump nos afecta a todos, y por eso la televisaron en directo en casi todas partes, y fue acertado que Televisión Española y 13 TV lo hicieran en España. Pero, por desgracia, utilizaron el mediocre formato habitual, que consiste en quitar el sonido original y sustituirlo por las discutibles opiniones de unos tertulianos supuestos expertos. De hecho, solo nos permitieron escuchar el juramento y el discurso posterior; y los presentadores no explicaban nada de lo que sucedía o lo explicaban mal. Fue una lástima, porque todo el ceremonial de la toma de posesión presidencial norteamericana es un exponente pedagógico de una antigua y consolidada democracia. Y los españoles estamos muy necesitados de que nos enseñen y expliquen democracia. Cuando los estadounidenses configuraron su presidencia, utilizaron el único modelo que tenían como referente, que era el monarca británico.

Pero cristalizaron en el tiempo un modelo que, justamente en ese momento, se estaba transformando. Por esto son tan dispares ambos sistemas políticos y por esto la figura del presidente nos recuerda tanto la de un monarca. El fin de un mandato presidencial se parece a una abdicación, y eso explica que el presidente saliente se marche físicamente después de la toma de posesión del entrante, y también el papel político y protocolario de las llamadas primeras damas, impensable en Europa y solo comparable al de las reinas europeas. Muchos detalles fueron pasados por alto en las retransmisiones españolas, como la obligada toma de posesión previa del nuevo vicepresidente, sustituto del presidente en caso de muerte o incapacidad, y el uso de los colores de la bandera, por ejemplo el rojo de la corbata de Trump, que contrastaba con el azul del vestido de su esposa. Pero, sobre todo, la omnipresencia de la religión y de la familia en toda la ceremonia, como señas de identidad sociales y políticas de los Estados Unidos. Por añadidura, el primer acto público del nuevo presidente el día siguiente de su toma de posesión fue asistir con su mujer a un servicio religioso. Por cierto, fue una toma de posesión, no una investidura, como repiten equivocadamente los medios españoles. En el sistema político norteamericano no hay investidura, y lo más parecido a ella es la ratificación de los resultados de noviembre por el Colegio Electoral Nacional, que se reunió el 19 de diciembre. Lo dicho, falta pedagogía política.

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