Animales y bestias

Comparto vida y piso con Diana, una pointer pecosa que tiene nombre de princesa porque para eso es una raza británica y ni siquiera el brexit ha conseguido agriarle el carácter. Los que tenemos animales de compañía sabemos de su lealtad y de su cariño incondicional, y por eso nos espanta el mal trato que algunas bestias de condición humana infligen a los que no son de su especie. Aún ahora, pasadas ya unas semanas, me horroriza recordar los detalles que publicó la prensa sobre las peleas de perros que se organizaban en el sur de Tenerife. Desalmados.

Creo no equivocarme si afirmo que contra estas prácticas hay un unánime rechazo, pero aún nos queda camino por recorrer para conseguir la desaparición de los circos con animales, una tendencia que ya ha ganado mucho terreno en Europa. Quienes hayan presenciado los circos en los que desaparecen los animales y se prima el espectáculo y el arte circense habrán comprendido que esa exhibición encandila a toda la familia sin necesidad de recurrir a un león, un tigre o un elefante -por poner un ejemplo-, que fuera de las carpas están amarrados veinticuatro horas al día a unas cadenas, que viven en unos recintos reducidos, que viajan miles de kilómetros en barco en unas condiciones digamos complicadas… A las generaciones futuras tenemos que convencerlas de que disfrutar de un espectáculo no tiene nada que ver con el sufrimiento animal y el Circo del Sol, por citar sólo un caso muy conocido, es un ejemplo de ello.

Hablando de futuro, ahora mismo hay un amplio debate sobre el futuro de los zoológicos en los que, en líneas generales, se descuida el bienestar emocional, la ética o el propósito de conservación de los animales frente al propósito lucrativo o de entretenimiento. En Canarias estamos aún a la espera de aplicar una ley aprobada en 2003 -hace años ya…- que prohíbe el espectáculo con los animales, a los que los zoos convierten en payasos de circo. Y no hace falta echarle imaginación para averiguar dónde se producen estos espectáculos. Incluso se fomenta acudir a ellos en la señalización vertical de las carreteras, donde se prima más un zoo que un espacio natural o arquitectónico. Paradojas de esta isla.

Lo cínico, según denunció en su día InfoZoos, es que los propietarios de los parques califican como actividad educativa los espectáculos, cuando en ellos se hace repetir a los animales conductas que son antinaturales y su valor educativo es nulo.

A nadie le debe sorprender las propuestas que hablan de un cambio en los zoológicos; por si no lo sabían, en épocas pasadas algunos llegaron a tener humanos encerrados -pigmeos, enanos, albinos-, algo que ahora nos escandalizaría. El modelo actual de los zoológicos ha quedado obsoleto. Es por eso que hay que plantearse un cambio.

Y ojo, no digo que haya que eliminar los zoos, sino el concepto que de estas instalaciones tenemos hoy en día. Cambiar el zoológico de espectáculos por zoos como espacios de conservación.
*Cabeza de lista del PSOE
de La Laguna y concejal

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