Cuando el cadáver aparece dentro de un congelador

El asesinato de un varón acaecido hace años en Gran Canaria solo fue descubierto cuando, tras la muerte del autor de este crimen, su pareja abrió la nevera que le dejó en herencia
Retirada del congelador y el presunto asesino. Canariasenhora
Retirada del congelador y el presunto asesino. Canariasenhora
Retirada del congelador y el presunto asesino. Canariasenhora

En ocasiones, la conmoción propia de cualquier crimen se multiplica por la singularidad de algunas de las circunstancias en que se produjo. Un buen ejemplo es el asesinato que tuvo lugar en Gran Canaria hace al menos tres años, pero del que solo se tuvo constancia en agosto del año pasado, cuando se procedió a la apertura de un congelador dejado en herencia por quien, presumiblemente, mató a la víctima.

El relato se inicia precisamente en ese momento, que tiene lugar en el bungaló número 51 del complejo Betancuria, situado en la avenida Menceyes de la grancanaria Playa del Inglés. Fue el viudo del presunto asesino quien abrió el congelador donde, para su enorme sorpresa, se hallaba el cadáver de otro varón que, como luego se descubrió, era la anterior pareja del que luego fue su marido y de quien, como se ha dicho, recibió el congelador en cuestión.

Los restos humanos del infortunado estaban envueltos en plástico y en posición fetal, atado de manos y pies. Allí llevaba más de dos años, tal y como se apreció en los análisis propios de la preceptiva autopsia, que determinó oficialmente como causa del óbito los numerosos golpes que había recibido el finado, especialmente en su rostro. Sirva como mera anécdota que, cuando los policías se hicieron cargo del cadáver tras ser hallado en el congelador, se vieron forzados a esperar varias horas para empezar a sacar las primeras conclusiones de lo acaecido a que se derritiera el hielo que lo cubría.

¿Por qué el viudo del supuesto asesino no abrió el congelador antes de aquel día de agosto del año pasado? Él mismo lo explicó a las autoridades: se trataba de una promesa exigida por el que entonces era su marido, que le hizo prometer que nunca miraría dentro del congelador mientras él siguiera con vida.

Obviamente, el viudo se vio liberado de tal compromiso cuando un infarto acabó con la vida de su marido, que entonces tenía 48 años de edad. Poco tiempo después y ante la necesidad de rehacer su existencia, el viudo optó por mudarse, lo que finalmente le llevó a la apertura del congelador que ocultaba el cadáver. En su relato ante los investigadores policiales detalló que al abrirlo encontró a simple vista lo que parecía ser carne envuelta en plástico. Al retirar las primeras bolsas supo la terrible realidad.

Otra cuestión que suscita curiosidad desde un primer momento es que nadie indagaba sobre lo que le había sucedido al asesinado. A este respecto, los agentes supieron que su asesino respondía a quienes le preguntaban sobre el que había sido su anterior pareja que, tras discutir, se marchó hacia su Alemania natal sin que volviera a tener noticias del mismo.

Meses después, se ataron todos los cabos. Todo apunta a que fue Marco Kaufmann, de 48 años y muerto del citado infarto, quien asesinó a su anterior pareja y ocultó su cadáver en un congelador. Allí lo encontró el viudo de Kaufmann el año pasado. El asesinado presentaba tenía golpes en la cabeza y la frente que le habría propinado el posteriormente infartado.

Además, el supuesto asesino tenía un pasado criminal, por cuanto fue detenido en 2012 en Mallorca por dispensar recetas sin titulación y suplantar la identidad de otro médico.

Ese dato y la identidad del fallecido a golpes hizo que los policías nacionales sospecharan de Kaufmann desde un primer momento. Un manuscrito suyo hallado tras su muerte apuntala esta hipótesis.

Los amigos de la pareja nunca se imaginaron, tal y como recabó la investigación, que la víctima, también de nacionalidad alemana, se encontraba dentro del congelador guardado a pocos metros del bungaló donde Kaufmann solía realizar fiestas que perturbaban el descanso de sus vecinos, quienes habían mostrado sus quejas por los ruidos, tal y como reflejaba la prensa grancanaria por aquellos días.

Otra de las incógnitas que aún sigue abierta es si el presunto autor actuó en solitario o participó alguna otra persona. Esta hipótesis se plantea por la crudeza del crimen y también por la posible colaboración para esconder al finado dentro del congelador, según señalaron fuentes conocedoras de este crimen tan singular.

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