Los diputados 170 y 171

Vuelve la provisionalidad, los balones fuera del Estado, esa interinidad que durante aquellos meses de elecciones generales fallidas (hace tres o cuatro jueves) tuvo al país, y a Canarias, en la sala de espera legislativa y presupuestaria. Otra vez la inestabilidad tirando del freno de mano. Otra vez los ministros refugiándose en las turbulencias institucionales para eludir o dormir los compromisos adquiridos con las Islas. Otra vez lo de las otras veces. Otra vez la agenda canaria a la intemperie, con el paraguas trabado. Qué poco duró. El 155 se llevará por delante al 175 y 176. El PNV está condenado a desmarcarse de las decisiones y del discurso de Rajoy; cuando los vascos oficialicen su retirada, con el PP aún más españolón, Quevedo y Oramas amanecerán en los escaños 170 y 171, difuminados, diluidos por la catalanización de la política española, conjugando en pasado pluscuamperfecto la efímera gloria de meses atrás, adiós al protagonismo, adiós a los focos, adiós a la condición de escaños decisivos, adiós al 175, adiós al 176, adiós a muchas de las partidas anunciadas -infraestructuras, transportes..-. Con la apertura del proceso que pondrá fin al procés se abre un periodo excepcional que reconvierte en pólvora mojada las exhibiciones pirotécnico-presupuestarias. En remojo quedan la reforma del Estatuto, el REF, los convenios y, ojo, los maridajes; otras son ahora las urgencias de los partidos, así que también otras las estrategias, otros los socios deseados. Ayer, confirmada la respuesta sin respuesta de Puigdemont, la vicepresidenta del Gobierno anunció que se pone en marcha la segunda fase de la primera fase del artículo 155. Este jueves, a las diez, empieza la legislatura que se ha colado entre la actual y la que eche a andar con las elecciones anticipadas que el PP tiene cocinadas. Otra vez la provisionalidad. Otra vez la agenda canaria en la sala de espera. El 155 acaba con el 175 y 176.