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Margallo: “Todos los Gobiernos pudimos hacer más”

José Manuel García-Margallo vuelve a las librerías con un libro muy oportuno que aspira a inducir parte del debate pendiente de este país, ahora que, más que nunca de forma reciente, parece estar a punto de saltar por los aires
José Manuel García-Margallo. | FRAN PALLERO

Por Antonio Salazar

El que fuera ministro de Asuntos Exteriores con Mariano Rajoy vuelve a las librerías con un libro muy oportuno que aspira a inducir parte del debate pendiente de este país, ahora que, más que nunca de forma reciente, parece estar a punto de saltar por los aires. Partidario de soluciones resolutivas al tiempo que iniciar cuanto antes una negociación que permita una convivencia democrática, tal es el título de su última obra (Por una convivencia democrática, Ediciones Deusto, 2017. 431 páginas). Gracias a la editorial pudimos dialogar con él de forma exclusiva.

-¿Por qué hemos llegado a este punto?

“Todo lo que está ocurriendo arranca en 1980, cuando Jordi Pujol puso en marcha un proceso de construcción nacional que derivó en un adoctrinamiento permanente y ante el que hemos cometido errores de bulto. De un lado, el silencio, los Gobiernos de Madrid dependieron para configurar sus mayorías de los votos de los catalanes y existía una consigna implícita de no decir nada que pudiera molestarles. Eso les dio una enorme impunidad con lo que han podido desarrollar toda su labor de apostolado, en la expansión de un pensamiento único sin frenos, sobre todo en educación. Todos los Gobiernos pudimos hacer mucho más. No es tan importante la lengua en que se imparte la enseñanza siempre que se respete el derecho de los padres a elegir; el problema es que el contenido de la enseñanza ha estado orientado a dibujar una historia, literatura o geografía de Cataluña que no tiene nada que ver con la de España. El Gobierno ha tenido y tiene mecanismos para corregir eso, por ejemplo, a la hora de homologar los títulos o dictando leyes básicas. Por otro lado, tras el silencio en Madrid y en Cataluña por parte de aquellos que no se sentían independentistas y sobre los que existe una enorme presión social, se ha consentido una política de comunicación sin atreverse a contrarrestar el efecto de unos medios de comunicación públicos al servicio de la ideología nacionalista. Tercero, en algunos lugares de Cataluña se ha perdido toda visibilidad del Estado, hay comarcas completas, por ejemplo, en Gerona, que están viviendo de facto de forma independiente sin una sola señal del Reino de España. Una demostración de esto han sido los recientes atentados de Barcelona: son las autoridades locales las que han estado en primera línea y los halagos dirigidos a los Mossos d’Esquadra, olvidando a los servicios de información o las fuerzas de seguridad de carácter nacional”.

-En el libro explica el liderazgo útil -después de usar diversas metáforas marineras- cuando se avista el temporal. Algunos no hacen nada y se fían de la suerte. Otros se meten en la neumática salvavidas y dan por perdida la embarcación. Un tercero pasaría por preparar el aparejo para aprovechar los mejores vientos extremando las precauciones. ¿Qué tipo de liderazgo ha ejercido el Gobierno?

“Es que no es algo de este Gobierno, viene siendo así desde hace años y es cierto que se ha actuado tarde. Cuando el 9-N del 2014 se plantea la consulta, mi tesis es que hay impedir un simulacro de referéndum apadrinado por una institución que estaba obligada a cumplir la legalidad. Había que evitar que se construyese una imagen en el exterior de Estado independiente. Y, de inmediato, abrir una negociación sobre los temas que son la raíz de la desafección de parte de la sociedad catalana y que son explicadas en el libro: una reforma constitucional que promueva un Senado territorial que sirva de verdad; competencias distribuidas de una forma que encajen con el Tratado de Lisboa, que permita evitar conflictos permanentes; una ley de lenguas o un nuevo sistema de financiación autonómico que corrija la percepción de algunos catalanes -no solo independentistas- de que Cataluña está siendo discriminada con respecto a otras comunidades. Podría asumirse la disposición adicional tercera del Estatuto de Cataluña, que no había sido declarado inconstitucional, para acometer inversiones en Cataluña de acuerdo a la importancia del PIB catalán en el Estado. El corredor mediterráneo, una ilusión colectiva de los que vivimos en ese litoral o Rodalías (cercanías) que requerían inversiones. Mi idea era la de ser contundentes a la hora de exigir el cumplimiento de la ley y muy flexible para negociar lo que fuese posible atender”.

-¿Estamos a tiempo de retomar esa hoja de ruta?

“Habrá que cambiar el escenario y ponerse a trabajar porque no se puede basar toda la acción en el discurso de la independencia. Si convenimos que hay que hacer una reforma del Estado, hagámosla, modifiquemos la Constitución, mejoremos la Administración, abordemos un cambio en el sistema fiscal en el que incluyamos la financiación, pero también del Estado del bienestar, establezcamos la representación de las comunidades en la UE… Hay que acometer reformas para modernizar el país y darle respuesta a las empresas para que sean más competitivas y podamos afrontar el cambio del modelo productivo. Tenemos un problema de baja productividad y cuando esto ocurre, los salarios son bajos. Cuando los salarios son bajos, aparece el desapego por las instituciones. Hay que mejorar los salarios, y para hacer esto, sin restar competitividad en las empresas, hay que mejorar la formación, que es el requisito básico para elevar los ingresos de los ciudadanos”.

-Algunos de estos asuntos ya los defendió en un libro anterior, Europa y el porvenir (Península, 2016), del que habló en Canarias en el Foro Premium de DIARIO DE AVISOS.

“Claro, son ideas que he ido madurando en los últimos años. Mis ideas sobre financiación vienen de mi etapa en Harvard y la reforma constitucional se ha trabajado mucho en un grupo de trabajo que entregó sus conclusiones hace tres años y medio. Y sobre la UE nos hemos pasado la vida reflexionando…”.

-Ya, lo que quiero decir es que hacer propuestas de formación requieren tiempo y esfuerzo, pero lo que tenemos es un horizonte temporal más inminente, la resolución del desafío.

“Afortunadamente, el horizonte temporal más urgente es el del que se puede hablar con mayor certeza. Es una obligación patriótica apoyar al Gobierno para que adopte las medidas que considere pertinentes y en los tiempos que crea oportunos. Los partidos que están detrás del Gobierno (PSOE y Cs) tienen que aceptar que puede elegir entre una panoplia de armas a su disposición (artículos 116 y 155 de la Constitución, la Ley de Seguridad Nacional o el Tribunal Constitucional), que son todas legales, no vale decir que se apoya y luego que no se haga por la forma elegida. Es como subir al ring con una mano atada a la espalda. Luego ya habrá que iniciar el debate para no seguir con una confrontación permanente. Eso ha sido lo que ha ocurrido, silencios y enroques donde los Gobiernos no hablaban. Se ha pretendido una ruptura con la que volar el 78 (CE), más aun, volar el sujeto constituyente que es España, lo que todavía es más grave. Pero hay que salir de esa dinámica y buscar soluciones: conllevar, como planteaba Ortega y Gasset, o encauzar, como propugnaba Cambó en la República. Lo que no puede ser es un matrimonio que se lleva mal, un día discute porque el café está frío, otro porque llegas tarde después de una cena, en bronca permanente, y no arreglar el problema de fondo”.

-Analiza el tema de la financiación autonómica como central. Pero ¿afectaría solo a las comunidades del régimen común y excluiría a las forales y regímenes especiales?

“Sí, País Vasco y Navarra o Canarias y Ceuta y Melilla tienen su propio régimen, otra cosa es que les resulte interesante adoptar pinceladas de este nuevo sistema”.

-¿Y usted cree que a Cataluña le resultaría suficiente?

“Esto se ha hablado con ellos hace tiempo, desde que se planteaba el Pacto Fiscal. Pero no tienen la base constitucional que País Vasco o Navarra y, además, se corre el riesgo de un efecto de emulación en todas las comunidades: ir hacia un régimen de haciendas confederadas. Así que es mejor llegar a resultados parecidos que con un concierto. Dicho de otro modo, pagamos entre todos el alojamiento, la comida o la casa del niño, pero si quiere salir de fiesta deberá pagársela. Obliga a las comunidades a ser responsables ante los votantes, establecer una corresponsabilidad que el actual sistema no contempla”.

-El libro lo prologa Josep Piqué y le pone el epílogo Alfredo Pérez Rubalcaba, ambos coinciden en el ingente esfuerzo intelectual que supone proponer en la manera que lo hace. Pero todo el debate gira en torno a sentimientos, la emoción vence a la razón.

“Hay que sacar de ahí el debate y proponer uno alternativo. Y hacerlo pronto, hoy es peor que hace tres años, pero es mejor que dentro de uno. También es el momento de aprovechar el apoyo de socialistas y Ciudadanos para abordar una alternativa viable. Sé que es difícil, pero también lo fue en el 77”.

-Defiende en el libro el espíritu de la Constitución de entonces. ¿Cree que ahora es igual de complicado?

“Entonces no había nada, hubo que construirse todo de nuevo. Pero había que hacerlo y se hizo. No es imposible. ¿No estamos de acuerdo en modernizar la Constitución para que acoja nuevos derechos y deberes que la globalización convierte en imperativos? ¿No hay que mejorar las instituciones para que ganen en transparencia y rendición de cuentas? ¿No es necesario mejorar las condiciones de vida de aquellos que la crisis ha dejado atrás? ¿Hay alguien en contra de cambiar el título de la Corona en cuanto a la sucesión? ¿No es conveniente clarificar las competencias después de 40 años de ensayo y error?”.

-Pero puede pasar que en todo eso que expone exista consenso y salte por los aires al llegar al capitulo territorial…

“Tenemos muchas ventajas, por ejemplo, un modelo del Tratado de Lisboa. Parece lógico que en un sistema multinivel el procedimiento tiene que ser el mismo. Segundo, tenemos una jurisprudencia del TC que nos permite avanzar sobre terrenos conocidos. No se cierra nunca, cuando se aplica una mayoría de competencias que son compartidas, se aplica siempre el principio de subsidiariedad, es decir, no se pueden fijar en el tiempo”.

-Tras la lectura del libro me queda una duda. Dedica un capítulo completo a las balanzas fiscales y al uso que se ha hecho de ellas. Si hubiese dependido de usted, ¿la habrías publicado?

“Sí. Pero advirtiendo de las limitaciones. No puede permitirse una interpretación torticera que lleva a concluir que hay un déficit de 16.500 millones de euros, lo que les sirve para convertir el “España nos roba” en un dogma de fe”.

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