el charco hondo

Confabulación

La noticia ha corrido como la pólvora entre las mascotas del edificio

La noticia ha corrido como la pólvora entre las mascotas del edificio. El yorkshire de la del tercero se lo contó al bichón maltés del inquilino del ático, ese que asegura haberlo escuchado en la tele. No es de extrañar que en el quinto, saliendo del ascensor a la derecha, el hámster, el gato, el setter y el canario se hayan reunido con urgencia, o que, con un solo punto en el orden del día, hayan analizado qué hacer si el Gobierno sigue adelante con el anteproyecto de ley de protección y tenencia de animales de compañía, especialmente si llegara a entrar en vigor que no se puedan tener más de tres mascotas por vivienda -escenario que, de confirmarse, condenaría a uno de los cuatro a irse a la calle-. Uno a uno fueron tomando la palabra, llamando la atención del hámster, del perro y del pájaro, tremendamente asustados los tres, la actitud desentendida, sonriente y relajada del gato. Alarmado, propuso el hámster una iniciativa parlamentaria para que la ley sea desarrollada por la comisión para la reforma del sistema electoral, y garantizar así que jamás vea la luz. Preocupado, el perro dio la idea de incorporar a la ley un consejo rector; aunque, eso sí, dejó claro que quienes deberían someterse a un examen de idoneidad son los diputados y no quienes opten a cubrir las vacantes. No sin antes preguntarse cómo explicarán los legisladores que estén pasando de puntillas con lo de las romerías, el canario, temiéndose a la intemperie, dijo que podrían esconderlo en el altillo si algún inspector toca a la puerta. En absoluto preocupado, alarmado o temeroso, el gato los tranquilizó garantizando al hámster, al perro y al canario que pueden seguir durmiendo tranquilos porque -dijo- si no hay inspectores para fiscalizar a las empresas o al alquiler vacacional ya me dirán qué probabilidades hay de que algún día alguien toque a nuestra puerta. Y si eso llegara a ocurrir -añadió- para evitarnos la calle deberían llevarnos a un refugio, y dado que para construirlo tendrían que redactar el proyecto, licitar y ejecutar la obra, ellos mismos acabarán pidiéndonos que, por favor, mejor nos quedemos en casa.

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