despuÉs del paréntesis

Identidades

La teoría poscolonial interpreta la idea de América. Se parte de un principio: en 1492, Occidente no descubrió a América; la inventó

La teoría poscolonial interpreta la idea de América. Se parte de un principio: en 1492, Occidente no descubrió a América; la inventó. Descubrir implica conocer y el diálogo entre los agresores y los agredidos nunca se produjo. Mas los indios de Guarahaní eran tan extraños para Colón como Colón para los indios. A los de allí los conminó la inquietud; a los españoles cambiar sobrepellices y trozos de vidrio por algodón u oro. Ahí se funda la diferencia, cuando los europeos inventaron la falacia más repugnante de la historia de los hombres: Mundo viejo frente a Mundo nuevo; es decir, los incas y los supremos mayas desaparecidos.

¿Entonces, cómo se construye América? Si asentamos los principios por lo que ocurre hoy (salvo excepciones), la desproporción es lo que cuenta. Algunas muestras: Maduro apura la constitución de Venezuela y juega con plebiscitos y elecciones tramposas para perpetuarse en el poder. Dice encarnar los principios de su revolución; la justifica en Bolívar y la patria. Los gobiernos de México confirman el valor de la bandera hasta con penas de cárcel. Lo cual hace pensar a algunos que es mejor luchar contra la corrupción y desterrar la anacronía política que imponer símbolos. Las patrias no se guardan en vitrinas, se comparten. Las asimetrías de la democracia, la desvergüenza, la ausencia de ética y la inmoralidad no se corresponden con la responsabilidad. Los medios de comunicación de Cuba, por ejemplo, informan según y qué. No importa que la noticia sea que murió alguien que valió la pena aunque viviera en el exilio. En esos casos, los que ocupan el Estado no pueden quedarse sin motivos. Gabriel García Márquez elevó a categoría una sandez que explica la trampa a la que los americanos han sido arrastrados. El aberrante dispositivo ideológico se encuentra en Crónica de una muerte anunciada: a América la justifica la barbarie, la voz impersonal, el coro. Es curioso, porque el texto que condiciona a esa novela es el cuento Humo, de William Faulkner. Ahí lo que el norteamericano protege es la ley y el compromiso con la ley; pruebas para condenar, no deducciones impersonales que pueden matar a inocentes.

La pregunta es obvia: ¿qué define a América?, ¿lo que sale del modo en que los extraños imperialistas adujeron desde el siglo XV o lo que absurdamente la repite? Las competencias desproporcionadas revelan una vileza: algunos necios confirman la identidad por manejos unilaterales.

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