por qué no me callo

Los ángeles caídos de Oxfam

La crisis de Oxfam, una de las más potentes ONG del mundo, acusada de bacanales y orgías con prostitutas de Haití durante la operación humanitaria por el terremoto de 2010

La crisis de Oxfam, una de las más potentes ONG del mundo, acusada de bacanales y orgías con prostitutas de Haití durante la operación humanitaria por el terremoto de 2010, extiende un velo de sospecha indiscriminada sobre las actuaciones del llamado tercer sector en las zonas de catástrofe. Era un secreto a voces la más que cuestionable integridad moral de algunas organizaciones no gubernamentales que manejan cantidades astronómicas de dinero público en misiones de auxilio de primera necesidad, y de cuyos inconfesables manejos de puertas adentro había un suficiente clamor de protesta que comenzaba a ser indisimulable.

Lo que más espanta a la opinión pública es que se mezcle la solidaridad con el negocio, y ambos lo estaban ya de por sí como un acto más de la execrable inmoralidad de administraciones y cooperantes. Pero si junto a ello se documentan episodios de maltrato humano y abuso sexual que instrumentalizan la caridad como medio de vasallaje, estamos ante un monumental descrédito del papel de las ONG, que, como la Iglesia en los casos de pederastia o la Política en los de sexo y corrupción, tan suyos, tira por tierra la buena imagen que bendice toda iniciativa filantrópica en un mundo de canallas y explotadores. Esta es la sangría que provoca el caso Oxfam en Haití revelado por The Times hace poco más de una semana, y cuya divulgación ha desatado un terremoto como el de Haití pero en todo el sistema altruista internacional. Negocio cabía presumir tras la angelical parafernalia de algunas ONG especialistas en gestionar cuestaciones y ayudas oficiales bajo el paraguas de voluntarios contra el hambre y el dolor en la copiosa geografía humana de las más variadas desgracias. Ahora, a esa evidencia que de cuando en cuando saltaba a la luz, se vienen a sumar los escándalos sexuales de Oxfam, que permanecían encubiertos desde hace años en distintas regiones, particularmente, de África. Por lo que ha trascendido, tras el scoop de The Times, Oxfam tapaba sus vergüenzas como la mismísima Iglesia enmascaraba sus casos de pedofilia o los consentía por inacción durante décadas.

El edificio de los valores humanos se está cayendo a pedazos en lo que va de siglo dejando en el ambiente una costra de infamia que arruina la credibilidad de estamentos y personas. Cuesta rebatir la caída en picado del grado de confianza civil en las buenas intenciones de organismos que en el pasado gozaban de respeto y consideración. Han ido desmoronándose uno tras otro ante los ojos atónitos de ciudadanos que han perdido la inocencia para acabar descreyendo de todo y de todos.

Tuvo que rechistar el periódico británico y no tardó en conocerse la personalidad de un siniestro truhan que dirigió las operaciones de Oxfam y otras ONG en Liberia, en Chad, en Haití y en Bangladés, al parecer con el mismo desprecio hacia su organización y la dignidad de las mujeres. El sujeto, el belga Roland van Hauwermeiren, estaría detrás de los desenfrenos de Haití que ha denunciado The Times. Como en frecuentes ocasiones en el que el daño ya ha sido consumado, también aquí fue advertida la cúpula de la ONG de la catadura moral del belga con piel de cordero, y el remedio no fue llevarlo ante la justicia, sino envolver su depredación en una capa de silencio cómplice. Ahora que se ha sabido todo y que otras ONG le han visto las orejas al lobo, toca separar el trigo de la cizaña, sin la menor tentación de escurrir el bulto. Una de las cosas que más me indignó tras el terremoto de Perú, en 2007, fue la apropiación de cargamentos de ayuda alimenticia por parte de algunos diputados responsables del reparto. Es una miseria obtener contra el hambre favores sexuales, incluso de menores, bajo consignas deplorables de lograr “carne fresca”, como si en lugar de una ONG estuviéramos hablando de una mafia internacional. La verdad es que nos van quedando pocas verdades en las que creer sin poner cara de imbéciles.

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