tribuna

Salud democrática – Por María Dolores Pelayo

Un artículo de opinión que firma Sandra León bajo el titulo Un alto precio, publicado recientemente en un medio de comunicación nacional, me lleva a aceptar la invitación del periódico para trasladar a mis conciudadan@s mi preocupación por lo que esta ocurriendo con la política en Canarias

Un artículo de opinión que firma Sandra León bajo el titulo Un alto precio, publicado recientemente en un medio de comunicación nacional, me lleva a aceptar la invitación del periódico para trasladar a mis conciudadan@s mi preocupación por lo que esta ocurriendo con la política en Canarias. Se refería la articulista a la confianza social -una virtud colectiva valiosa para la fortaleza de una sociedad democrática- y a la falta de confianza de la gente en las instituciones publicas en general, refiriendo que, en nuestro país, las que pertenecen a los tres principales poderes, ejecutivo, legislativo y judicial, se encuentran entre las peor valoradas por la opinión publica, según datos del CIS. Concluía que “cuando las instituciones son débiles, su funcionamiento queda al albur del talante del político de turno… La actual generación de dirigentes quizás quede marcada por el oportunismo político con el que unos y otros han vapuleado a sus instituciones”. La democracia es el mejor sistema de gobierno de nuestras sociedades, pero exige por parte de todos. Para los políticos, comportamientos exigentes, transparentes, fruto del compromiso adquirido con la ciudadanía en la campaña electoral, que es el pacto social que deben respetar y cumplir. Para el resto de la gente, un activismo critico sobre el ejercicio político que han hecho sus apoderados o representantes. Cada vez que vienen las elecciones a la ciudadanía se le requiere para que elija bien, porque las consecuencias de una errónea elección pueden ser muy perjudiciales para miles de ciudadanos. Lo mismo ocurre con los cargos de designación, donde los políticos que tienen la potestad de nombrarlos tal parece que juegan al intercambio de cromos. No se preguntan por el perfil, currícula, ideas, programas, métodos etc., para la designación del candidat@. Enredados en su propia dinámica, no cumplen sus propias leyes en cuanto a plazos, idoneidad, etc., y exhiben deshonestamente sus debilidades. Que podemos hacer la gente de a pie? Actuar, ejercitar nuestro derecho a la critica honesta – si puede ser constructiva, mejor-, no conformarnos con esa realidad que no nos gusta y ejercitar el derecho a exigir responsabilidades a nuestros gobernantes por su mal gobierno, pues está en cuestión el bienestar, el respeto a nuestras libertades y derechos apenas conquistados, el reparto equitativo de la prosperidad, y el respeto a los ciudadanos que con sus esfuerzos contribuyen a sostener económicamente el Estado de derecho. Nunca como ahora hemos tenido tantos motivos y medios a nuestro alcance para hacerlo. Hagamos uso de ellos.

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