el charco hondo

Cuerpos presenciales

La reducción de la jornada de los funcionarios en treinta minutos no merma la productividad, y tampoco se resienten la atención o los servicios que reciben los contribuyentes

La reducción de la jornada de los funcionarios en treinta minutos no merma la productividad, y tampoco se resienten la atención o los servicios que reciben los contribuyentes. Palabra de sindicalista. Tal cual. Sin colorantes o añadidos. Abandonan el puesto de trabajo mil ochocientos segundos antes y no se nota, nada de ná. Se van a casa más pronto, pero el resultado de su trabajo será el mismo que cuando iban cogiendo la puerta media hora después -dicho de otra forma, que ellos ya habían reducido la jornada, vaya-. Partiendo de esa descripción sindical, las reglas de tres, o de cuatro, cinco y seis, conducen a que durante años esos últimos treinta minutos se equiparaban a los minutos de la basura de los partidos de baloncesto. Guau. Modo avión. Tiempo muerto. Ná. Según ha explicado algún representante de los trabajadores, difícilmente la reducción va a afectar porque -abracadabra- esa última media horita era un tema más presencial que otra cosa. Un efecto presencial, recalca (defecto, siendo precisos). A partir del dos de julio los cuerpos de miles de empleados públicos empezarán a salir un rato antes; pero, escuchado lo escuchado, su alma seguirá saliendo a la misma hora, treinta minutitos antes. Si trabajando media hora menos el resultado es el mismo será porque llevan años trabajando media hora menos sin amonestación, tarjeta amarilla o fiscalización alguna. Olé, y olé. Con dos. El efecto presencial bien merece una buena tesis, una exploración paranormal que probablemente confirme que las almas de algunos funcionarios (sin generalizar, ojo) llevan años abandonando sus cuerpos treinta minutos antes de finalizar la jornada, logrando así escapar a otras realidades, bien lejos de sus puestos de trabajo o de sus tareas pendientes. Como cuentan quienes han estado clínicamente muertos, si efectivamente rinden lo mismo trabajando media hora más o menos, será porque estos funcionarios son capaces de volar con su conciencia más allá de su oficina, y lo hacen de tal forma que sus jefes inmediatos ni se enteran de que sus cuerpos están en modo presencial. Hay funcionarios que trabajan, y cumplen; sí, es así. Ahora bien, la descripción sindical de esos treinta minutos deja al colectivo peor que tocado.

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