el charco hondo

Un, dos, tres

Siempre llamó la atención que los concursantes del Un, dos, tres pudiéndose quedar con el apartamento, en Torrevieja, Alicante, optaran por un coche que a diferencia del apartamento (que décadas después multiplicaría su valor, y de qué forma) habrá sido descuartizado hace otras tantas décadas en la chatarra del lugar

Siempre llamó la atención que los concursantes del Un, dos, tres pudiéndose quedar con el apartamento, en Torrevieja, Alicante, optaran por un coche que a diferencia del apartamento (que décadas después multiplicaría su valor, y de qué forma) habrá sido descuartizado hace otras tantas décadas en la chatarra del lugar. Muchos creerán que los finales apoteósicos del Un, dos, tres no merecían lectura socioeconómica alguna, pero que se subieran al coche dando saltos de alegría, despreciando la posibilidad de quedarse con el inmueble, resumía el enorme despiste de los españoles de aquellos años. A algunos nos llamó la atención la prioridad de aquellos concursantes, y ahora, décadas después, a otros tantos nos sorprende que el Diputado del Común se haya estrenado haciéndose un Mayra Gómez Kemp, fotografiándose y circulando la foto en la que se le ve, llave en mano, entregando a una ONG un coche oficial. El catálogo de sorpresas es bien amplio, de ahí que después de una ristra de días procurando comprender cómo Rafael Yanes incurrió en tamaño desliz (especialmente tratándose de alguien como él, persona bien leída), sigamos sin entenderlo, y preguntemos en alto. Sorprende que a alguien como Yanes, con un notable conocimiento de la comunicación política, se le haya ocurrido hacerse una foto teñida de tardofranquismo, por no abundar en que el vehículo en cuestión estaba en desuso o sin detenernos demasiado, entre otras ecuaciones sin despejar, en las dudas que administrativamente suscita que haya procedido de esa manera -al parecer, inició el expediente pero cuando se hizo la foto la transmisión no estaba ni de lejos tramitada-. Y sorprende, además, que presuma de austeridad a las puertas de reincorporar a tres adjuntos -200.000 euros anuales- a los que su antecesor, Jerónimo Saavedra, había renunciado. Yanes, finalista del Planeta años atrás, ha publicado algunos libros sobre comunicación política. En ningún caso su perfil es el de alguien que aterrice con los ojos vendados, por eso muchos días después algunos seguimos preguntándonos a santo de qué le dio por hacerse un Mayra Gómez Kemp, que lo ha rebajado a viñeta o caricatura. En su caso, más razonable habría sido que se quedara con el coche renunciando al apartamento para esos tres adjuntos.

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