el charco hondo

El e-desconocimiento

Asociado al instinto de supervivencia, el miedo constituye una de las piezas más básicas (primarias) del puñado de emociones que contaminan las construcciones mentales, inundándolas con juicios de valor bastante emparentados con lo que ignoramos -y bastante menos asociado a aquello con lo que ya estamos familiarizados-. El miedo a lo desconocido es la estrella del catálogo, y probablemente en esas arenas movedizas están empadronadas las voces que arremeten contra los e-sports, con argumentos que huelen a tiempos en que las máquinas eran consideradas una amenaza diabólica. El miedo a lo desconocido se cura conociendo, buceando en las respuestas, explorando, asomándose, dejando que la curiosidad abra camino. Una sociedad no puede permitirse el lujo de paralizarse o bloquearse ante lo desconocido. Qué va. Al revés. Este siglo exige aprender a caminar hacia realidades cambiantes. Somos padres del siglo XX con hijos del siglo XXI, y no siempre nos resulta fácil sincronizar con ellos nuestros relojes. A quienes transpiran miedo por el imparable aterrizaje de los e-sports en la realidad que pisan sus hijos, o a aquellos que los demonizan en la plaza pública, habría que preguntarles si también les aterroriza saber que el 75% de las profesiones del futuro no existen o se están gestando, o que la inmensa mayoría de esas salidas profesionales (oportunidades) se mueven en ese ámbito, el de las tecnologías. Un altísimo porcentaje de las actividades laborales que conocemos desaparecerán al doblar la esquina. Estamos en condiciones de barajar con qué herramientas se trabajará pero no qué funciones se les dará. El futuro, conjugado en presente inmediato, no es de los que reproduzcan información sino de quienes sepan procesarla. Los e-sports engordan lo mismo que tocar el piano o leer, lejos de aislar globalizan, acercan al inglés y, en lo que constituye un elemento fundamental, ayudan a que los chiquillos hagan suyos los lenguajes y regiones tecnológicas, espacios interconectados de los que van a salir esas profesiones que todavía no sabemos cómo llamar. Incorporar la pieza de los e-sports al puzzle formativo solo suma. Resulta facilísimo ridiculizarlos, está chupado, claro que sí; pero lo razonable es prepararnos para lo que no conocemos, y aprender jugando no parece un mal camino por más que a algunos el miedo los paralice.

TE PUEDE INTERESAR