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Zapatero: “Decir memoria histórica es discutible porque cada uno tiene su interpretación; me gusta más hablar de memoria democrática”

En la entrevista que el expresidente del Gobierno concedió a DIARIO DE AVISOS se ahorró las disculpas. A estas alturas, parece admitir estoicamente sus errores y aciertos
ZAPATERO FOTO ELESPANOL
ZAPATERO FOTO ELESPANOL
José Luis Rodríguez Zapatero, expresidente del Gobierno de España. / EL ESPAÑOL

Zapatero ha elegido vivir en Lanzarote buena parte del año; es su segunda residencia, desde que él y Sonsoles Espinosa, la esposa que evitaba los focos, se enamoraron de Famara, la playa volcánica de arena de jable que moldeó en la infancia a César Manrique, y la tierra quemada de Saramago, en la isla donde Felipe González estrechó una amistad que fue providencial con el canciller alemán Helmut Kohl en 1991. “Philip”, llamaba Kohl a su amigo, y González le hacía fotos con los turistas (“soy mejor fotógrafo que gobernante”, bromeaba). Lanzarote tiene, por tanto, ese carisma, y ha atrapado también a José Luis Rodríguez Zapatero (Valladolid, 1960).

Se le ve feliz entre los conejeros, lejos de la España peninsular y las rabietas catalanas, en el sitio ideal para sentirse ciudadano del mundo, entre estos continentes. Zapatero, socialista, quinto presidente desde la transición democrática, soñaba con grandes ideales filantrópicos que alentaba en la Alianza de las Civilizaciones, pero las pendencias políticas no lo ayudaron por ese camino. Antes de ofrecerse con fe ciega a mediar con Maduro (“he viajado 33 veces en tres años a Venezuela, la conozco bien”, advierte a quienes se lo reprochan), fue un presidente de un país que vivió la bonanza y el declive económico como nunca nadie antes.

En la entrevista que concedió a DIARIO DE AVISOS se ahorró las disculpas. A estas alturas, parece admitir estoicamente sus errores y aciertos: la pasividad ante la crisis, el mérito de acabar con ETA, las sobreofertas a Cataluña, la retirada de Irak… La suya es una figura que se reivindica con la distancia, si acordamos con su paso por la Moncloa que impulsó las leyes más avanzadas que ahora definen nuestro tiempo: las de la igualdad entre hombres y mujeres, contra la violencia de género, el matrimonio homosexual y la dependencia. Aquella fue, ciertamente, una ráfaga de fogonazos que le desbordó, en la precariedad de recursos de la Gran Recesión, pero abrió unos senderos y nos dejó unos conceptos que seguimos usando cada vez más, como la igualdad o la dependencia. Aquí defiende la era de Sánchez, que cumple ahora cien días. Antes ya vaticinó que en 2019 habrá un presidente socialista en Canarias. La entrevista arrancó por la idiosincrasia de esta tierra de emigrantes a América y de pateras y cayucos de África con quien era presidente de España cuando estalló la crisis migratoria de Canarias (2006), a propósito del concierto de culturas que confluyen en las Islas.

-Sami Naïr ha comentado en DIARIO DE AVISOS que le gustaría que Europa se pareciera a Canarias,como lugar de encuentro de nacionalidades. El politólogo, que no oculta su pesimismo sobre la Europa actual, sostiene que ese ha de ser su futuro. ¿Coincide con él?

“Comparto que las Islas Canarias son un espacio de convivencia con un amplio espíritu de integración pacífico. Está, sin duda, esta ubicación singular de las islas de encontrarse en medio del Atlántico y haber vivido tantos episodios, que le han dado esa personalidad. Para mí decir Canarias es decir sosiego, es decir integración, es decir convivencia. Sobre Europa diré que soy algo más optimista que Sami Naïr. Es decir, le pedimos mucho a Europa, pero Europa sigue siendo un proyecto casi utópico, si lo ponemos en perspectiva, después de muchos siglos en que las naciones europeas combatían entre sí y han decidido unirse, seguramente como todo proyecto político con sus momentos más difíciles… Pero el solo hecho de su existencia es ya su fortaleza y me permite ser optimista a pesar de que ahora pasamos por un momento de ciertas dudas. Esto es evidente”.

-Aquí, en las islas, como sabe, se ha hablado siempre con mucha naturalidad de América. Y Venezuela es un tema habitual de conversación. Me gustaría hablar del proceso que usted sigue como testigo activo en primera línea, de su papel de llanero solitario como interlocutor del Gobierno de Maduro y la oposición.

“Soy consciente de esa vinculación canaria. En algún momento he visto un dato que me parece simbólico: llegó a haber tantos canarios en Venezuela como aquí en las islas en un éxodo muy intenso hacia aquel país querido que ahora vive en sus carnes un proceso de migración como consecuencia de una dura crisis económica. Bueno, siempre me he aproximado a todos los países de Latinoamérica por dos principios que creo que España debe mantener: uno, por respeto, y dos, para ayudar y colaborar. Hoy es Venezuela, como lo ha sido y sigue siendo Argentina, que ya ha vivido una crisis muy fuerte a principios de este siglo. Y creo que la posición de España debe ser ayudar y cooperar en todo aquello cuanto podamos hacer para una mejor convivencia y para salir de la crisis económica. Estoy muy implicado en la situación de Venezuela y, además, muy convencido de la posición que hay que mantener sobre sus múltiples problemas, desde la perspectiva de una resolución pacífica de los conflictos, de cómo ayudar a Venezuela en vez de estrangularla con sanciones a su economía porque eso perjudica al pueblo. La ayuda es la única manera de facilitar una salida a ese país. Ese es mi convencimiento”.

José Luis Rodríguez Zapatero
José Luis Rodríguez Zapatero, expresidente del Gobierno de España. / EUROPA PRESS

-¿Cómo valora la enorme contestación de la comunidad internacional ante las políticas de Maduro? ¿Venezuela, a su juicio, tendrá una salida democrática o está fuera de control?

“Mi opinión es que una parte de la comunidad internacional tiene un análisis equivocado sobre el origen y las consecuencias del conflicto que vive Venezuela. Venezuela tiene un conflicto agravado y larvado desde hace casi 30 años entre dos visiones distintas; ahora ese conflicto es mucho más agudo y sensible por la situación económica, pero reitero que no hay salida desde la imposición, no hay salida desde las sanciones, no hay salida desde el aislamiento , no hay salida desde el unilateralismo. Eso es un convencimiento profundo que tengo. Y lo estoy intentando. Creo que llegará un momento en que la situación tocará techo y volveremos a un escenario imprescindible en que la negociación y el diálogo sean los pilares para ver un horizonte de cambio distinto en Venezuela”.

-¿Cómo está viendo al presidente Sánchez, que cumple cien días? Algunos escollos que enfrenta, como el catalán, el más preocupante, son viejos problemas conocidos suyos…

“Hay dos consideraciones que cabe hacer. Creo que Sánchez ha hecho un buen Gobierno. Y creo que hay una serie de políticas que ha desplegado, algunas de ellas comprometidas pero todavía no materializadas, en el campo social,en el posicionamiento exterior y en el terreno de los problemas de convivencia territorial, en particular, de Cataluña, que están en la buena dirección, claramente en la buena dirección. Es verdad, sin duda alguna, que el gran tema va a hacer Cataluña y la capacidad que las fuerzas llamadas independentistas, antes nacionalistas, tengan para comprender que este es el momento del diálogo y no de la confrontación. El Gobierno, el presidente Sánchez ha ofrecido diálogo y hay que responder con diálogo, no con confrontación. Creo que deben hacer la reflexión de no volver a iniciar un viaje a ninguna parte, sobre todo cuando se les ha tendido la mano como ha hecho, insisto, el presidente Sánchez desde el primer momento”.

-Si Torra y Puigdemont, o Puigdemont y Torra -tanto monta- siguen erre que erre y, en lugar del referéndum de autogobierno que les propone Sánchez, se obstinan en refrendar la independencia, el artículo 155 será inevitable?

“En mi opinión, hay que dedicar todo el tiempo necesario a dialogar y a dialogar seguramente de todo lo que ha pasado en los últimos tres años, especialmente en el último año, ahora que vamos camino del 1 de octubre. Desde mi perspectiva y conociendo a quienes están en la representación mayoritaria, o ha cambiado mucho la cultura política catalana en muy poco tiempo, cosa que me preocuparía, o sigo manteniendo un moderado optimismo sobre que la salida no nos va a llevar a otro 155”.

-Una encuesta de EL ESPAÑOL-DIARIO DE AVISOS que hemos publicado esta semana pronostica la victoria del PSOE, que podría gobernar con alianzas. ¿Es partidario de un adelanto electoral o de agotar la legislatura?

“Sánchez ha dicho como es natural, y le comprendo muy bien porque he sido presidente de Gobierno, que tiene una serie de objetivos, una agenda política con unos compromisos, y que va a intentar llevarlos adelante hasta el final. Me parece que es lo adecuado, me parece que no se debe estar en una reflexión tacticista sobre cuándo convienen o no convienen unas elecciones. Lo que los ciudadanos esperan es que se lleve adelante un proyecto de gobierno , y, por lo tanto, hay que apelar a las fuerzas políticas que apoyaron la moción de censura a que sean corresponsables, porque en el momento en que apoyaban una censura apoyaban un gobierno y ese sentido de la responsabilidad debe llevar a que, con negociación por supuesto, se apoye el mayor tiempo posible al Gobierno del presidente Sánchez”.

-Usted impulsó un ejercicio de catarsis que sigue siendo la guinda del debate nacional: la memoria histórica, cuya consecuencia más notable, la exhumación de los restos de Franco, es la comidilla que estos días nos evade del quilombo catalán. ¿Hay riesgo de retroceso o animaría a no dejar pasar esta oportunidad como autor de la iniciativa?

“Me parece fundamental, como en tantas otras cuestiones de la vida nacional que producen a menudo una cierta confrontación y a veces debates apasionados, que le incorporáramos el elemento del sosiego, de la racionalidad y de la lectura. ¿Por qué digo esto último? Porque a veces oigo a los líderes políticos del centro-derecha y tengo la impresión de que no se leyeron bien, no se han leído o releído la llamada Ley de Memoria Histórica de diciembre 2007, ya que afirman cosas que no están en esa ley y obvian algunas que son fundamentales, simplemente por referir la exposición de motivos, que es todo un homenaje a la Transición, todo un reconocimiento a la transición democrática española como un brillante ejemplo. Si hoy podemos plantearnos precisamente el que los restos de un dictador no deben estar en un sitio de exaltación, si hoy se plantea, sobre todo por las generaciones más jóvenes, la conveniencia de conocer más la historia, de ayudar a las familias que aún tienen a sus ascendientes en fosas comunes sin estar localizados, o de no permitir que haya calles y monumentos públicos en honor de una dictadura, es precisamente porque la Transición abrió un camino hacia la democracia, que es un proceso que se va confirmando, consolidando, desarrollando, profundizando. Y en ese hito de estos últimos 42 años hemos ido logrando conquistas en todos los terrenos, también en lo que debe ser más que una memoria histórica, que, en efecto, es discutible, porque cada uno tiene su interpretación de la historia”.

-Creo que ha puesto el dedo en la llaga. ¿En qué sentido es discutible, a juicio del padre de la idea, hablar de memoria histórica?

“A mí me gusta más hablar de una memoria democrática; creo que la memoria democrática de un país debe suponer una clara censura de todo lo que supuso el régimen autoritario y no permitir que se exalte, que se recuerde, con lo que supone de reconocimiento, a un régimen que, a la luz de cualquier perspectiva de la democracia y de los derechos fundamentales, de la libertad, de nuestra posición en el mundo, fue un régimen muy negativo para España”.

-Hace casi siete años que adelantó las elecciones y se retiró. Del periodo que le tocó dirigir al país (2004-2011) se han hecho, como de otros presidentes, distintas interpretaciones. No sé si le molesta que las críticas sobre su apatía hacia la crisis económica opaquen los éxitos que obtuvo frente a ETA o en políticas de igualdad.

“En mi etapa de gobierno llevé adelante un proyecto que estuvo caracterizado esencialmente por una extensión de los derechos de ciudadanía, por una posición de España en el mundo en favor de la paz, por perfilar España en el mundo en favor de la cooperación y por hacer una sociedad más solidaria. Bueno, esa fue mi tarea, ese fue mi afán, que, como toda tarea humana, corresponde a los demás enjuiciar. En todo caso, por supuesto, siempre he admitido todas las críticas con deportividad democrática y claro está que entre ellas figuran las que se refieren a la crisis económica. Creo que la lección de haber sido presidente de gobierno, de tener ese gran honor, es que debes mantener la humildad y el respeto democrático por encima de cualquier otra cosa”.

El legado de exhumar a Franco, que fusiló al abuelo paterno en León

Cuando era un joven leonés (aunque nacido en Valladolid) conoció bien la historia de su abuelo paterno fusilado por Franco. Una vez presidente del Gobierno, recordó la tragedia familiar del capitán del ejército, republicano, Juan Rodríguez Lozano, víctima de la guerra civil. Zapatero resucitó al dictador bajo la peonza de la memoria histórica que hizo girar la vista de los españoles, una y otra vez, hacia los rincones oscuros que olvidó la Transición. Fue una lección que traía aprendida de casa, tras ser testigo de un franquismo ya menguante en su adolescencia. Una cuenta pendiente que era de todo un país, con la suma de percances familiares como el suyo. Pero la ley tropezó con la crisis y la renuencia a los malos recuerdos de otras fuerzas políticas, que dejaban morir el intento de desenterrar a los muertos. En justicia, Pedro Sánchez ha cogido el testigo de este Quijote de los molinos de aquellos malos vientos, de un tiempo que está por cicatrizar. Ahora, en la diáspora del poder, Zapatero es más persuasivo y modesto. No se quiere poner la medalla de los restos de Franco. Todo es póstumo. Los legados, el suyo, también.

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