el charco hondo

Corazón de tiza

A veces una polémica menor, bien cocinada por los guionistas de un show, da pie a un debate tirando a mayúsculo

A veces una polémica menor, bien cocinada por los guionistas de un show, da pie a un debate tirando a mayúsculo. Ha pasado en OT, donde una concursante se negó, muy milenialmente, a decir mariconez, expresión que está en la letra del Quédate en Madrid, de Mecano. Es comprensible, y está bien, que a las generaciones recientes les chirríen las letras del pasado. Bienvenido sea que estén en guardia o que militen contra expresiones o actitudes homófobas. Celebremos que construyan el presente, y el futuro que le sigue, declarándole la guerra al dialecto de la caspa y a los vicios de aquellos que ofenden el derecho a la diversidad. Claro que difícilmente podemos saber qué ha pasado si, como pretenden los extremistas de lo políticamente correcto, borramos los libros, canciones, pinturas o representaciones de cualquier tipo que nos han precedido, antecedentes que explican cómo hemos llegado aquí, en qué nos equivocamos o qué hemos hecho para mejorarlo, qué hubo antes, cómo éramos, qué decíamos, qué bailábamos, cómo nos hablábamos, qué pintábamos, quiénes compusieron la banda sonora de nuestros ochenta, qué ambientes respirábamos, qué nos hacia gracia y luego ya no. Basta una sola frase para recordar que Quédate en Madrid es una canción del 88, y que lejos de ser sospechosos de homófobos los hermanos Cano solían conjugar los sentimientos en futuro diverso -como tampoco hace falta extenderse en que ese mariconez fue sinónimo de cursi o tontería-. El mundo que la concursante abandera no se apuntala cambiándole las letras al pasado, o escondiendo los contextos, sino escribiendo de otra manera la realidad que se pisa o pisará. Esos contextos no pueden cambiarse, ni reescribirse, no debe exigirse que sean leídos o cantados traduciéndolos al lenguaje o la cultura de treinta años después. Una de las grandísimas canciones de aquellos tiempos la hizo realidad Radio futura, y si te vuelvo a ver pintar un corazón de tiza en la pared, te voy a dar una paliza por haber escrito mi nombre dentro. Y así otras miles. Son las letras de un contexto que nos ha traído hasta aquí, y borrarlo, pretendiendo que la historia deje de serlo para disfrazarla de presente absoluto, no es el camino. Creo que mi admirado Roy Galán, faro imprescindible para entender tantas cosas, se equivoca cuando defiende que se borren los contextos que debemos conocer para cambiar y ser mejores.

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