el charco hondo

Cuatro gatos

Cuatro gatos son solo cuatro gatos, y no hay de qué preocuparse, a menos que se acumulen precedentes en los que otros cuatro gatos, a los que pocos tomaron en serio, acabaron multiplicándose por tantos millones de gatos como fueron necesarios para hacer presidente de Estados Unidos a Donald Trump, o como han hecho falta en Brasil para que, a la vuelta de la segunda vuelta, Jair Bolsonaro presida Brasil. Cuatro gatos son solo cuatro gatos, y para qué inquietarse, salvo que contemos ya con unos cuantos ejemplos sobre cómo de cuatro se pasa a tantos cientos miles de gatos como son imprescindibles para colar en el gobierno italiano a Matteo Salvini, o para que la ultraderecha se acerque cada vez con más frecuencia, y apoyo, a la gloria electoral de países donde hace apenas un abrir y cerrar de ojos los gatos no sumaban más de cuatro. Cuatro gatos son solo cuatro gatos, que contados uno a uno sumaron diez mil en el acto de Vox en Vistalegre, y como no son suficientes para entrar al galope en el Congreso, en este país analistas y portavoces políticos restan importancia a un partido que ha hecho suyo el discurso que tiene a Trump, Bolsonaro y otros fascistas del siglo XXI obrando el milagro de multiplicar gatos y peces. Tampoco se dio importancia a Trump o Bolsonaro, y cuando cayeron en que el fenómeno sí la tenía ya los tenían aprobando leyes y firmando decretos. En España cuatro gatos hacen suya la cantinela que está funcionando en otros países y la reacción se reduce a subestimar la ola o, atrapados en una risa nerviosa bastante escolar, se opta por caricaturizar propuestas que no tienen ninguna gracia. No sé de qué se ríen quienes, acampados en una viñeta de la realidad, aluden al relato de Vox haciéndoles gracia sus barbaridades. No sé dónde está esa gracia cuando se escucha el estribillo de quienes constitucionalmente acogidos por la democracia pretenden ensuciarla (amputarla) atacando la integración, la tolerancia o la pluralidad. Pocas cosas hay tan infantiles como responder al miedo con risa nerviosa, y en esas está el país. Cuatro gatos son solo cuatro gatos, para qué darle vueltas, a menos que se amontonen ejemplos de cómo en otros países cuatro gatos, que no conciben ciudadanos sino ratones, se multiplicaron y no tardaron en construir ratoneras.

TE PUEDE INTERESAR