el charco hondo

New York, New York

El final de lo que sea suele anunciarse con señales. Los finales no son muy dados a aparecer por sorpresa, rara vez llegan sin avisar con antelación

El final de lo que sea suele anunciarse con señales. Los finales no son muy dados a aparecer por sorpresa, rara vez llegan sin avisar con antelación. Cuando algo se acaba porque no da más de sí, o porque así estaba escrito, los finales se materializan tirando de códigos de diferente naturaleza o registro. Si es que las cosas no han cambiado, aunque es probable que sí, en muchos locales de copas el final se anuncia con el New York, New York de Frank Sinatra (yo es que nunca he sido muy de salir, pero me han contado que en un montón de sitios la manera de decirte que están cerrando consiste en pinchar esa canción). Con eso bastaba. No era necesario que te lo dijeran explícitamente.

En otro ámbito, cuando un entrenador se huele que su boxeador está acabado, ya sin opción alguna o físicamente destruido, el final se anuncia lanzando la toalla al aire, y a ser posible procurando que caiga en el centro del cuadrilátero. También en política los finales suelen avisar. Tampoco en lo público el final de lo que sea suele ser amigo de aparecer de repente, de golpe. Nada de eso. El final de cualquier negociación, gestión, proceso, tramitación, proyecto u objetivo siempre asoma en forma de algo. Así está pasando con el interminable partido de frontón que se traen los gobiernos de allá o acá con los convenios sin firmar, y sobre todo con el sinfín de veces en las que el vicepresidente del Gobierno de Canarias ha anunciado, desde que se coló en el Ejecutivo, que las cosas se estaban moviendo en carreteras. Y no. Nada. Ni poco ni mucho. Nada. Ahora pelotean sobre la pista a cuenta de si Canarias entregó -o no- no se sabe ya qué documento, unos que sí, otros que no, y ninguno haciendo lo que tendrían para despejar dudas -los borradores dejan rastro, luego, ¿a qué esperan para demostrar que sí fueron enviados?-. Claro que no está en ese episodio la música del cierre. En esta ocasión el final se ha anunciado disfrazado de gran titular, tan grande como vacío. Cuando en los minutos de descuento de la legislatura el vicepresidente, ya sin absolutamente nada que contar para seguir ganando-perdiendo tiempo, reclama un pacto por la movilidad en Canarias, en fin, ahora sí, entonces es que la toalla vuela hacia el centro del cuadrilátero con Sinatra a todo meter. Rodríguez reclamando a estas alturas del atasco un pacto por la movilidad es la señal de que se acabó, punto final, tirar de ese recurso da forma a su New York, New York.

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