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El Sur

Me encanta el Sur. El sur de Tenerife. Hoteles extraordinarios, centros comerciales de primer nivel mundial (ahí tienen el Plaza del Duque, el Safari o el Siam Mall), magníficos campos de golf, millas de oro. El Sur es un milagro conseguido por muchos inversores en menos de 50 años. De un erial surgió un emporio turístico de primer nivel y vivir en el Sur es una gozada, porque hay de todo y si buscas lo mejor tienes que ir al Sur, frente a un Norte decadente, que se ha quedado falto de líderes. Sólo hay en el Norte alcaldes de pueblo que hacen lo mismo que hacían los alcaldes de hace un siglo. El Norte tiene que cambiar, pero no vale que yo lo diga, sino que debe ser cosa de todos; y el Norte se ha amagado hasta las cachas y el nivelito es deplorable. El Sur es progreso, el Norte de Tenerife es estancamiento. Lo que digo se manifiesta en la hostelería y en el comercio, que son los dos pilares fundamentales para mantener una industria turística de calidad. Por otra parte, lo que digo es una obviedad, no hay sino que darse una vuelta por ambas comarcas. Cuando quieras comprarte zapatos de marca, al Sur; un reloj maravilloso, al Sur; ropa de modistos, al Sur. Al Norte es preciso darle una vuelta de tuerca completa, pero no veo demasiada ilusión, ni tampoco veo una apuesta por la calidad hotelera, ni veo casi nada. Lamento decir esto, sobre todo yo, que soy del Norte, como todo el mundo sabe, y que vivo aquí. Pero lo que no puedo, ni debo, es engañarme a mí mismo, ni engañar a mis lectores. Con Benedetti, el Sur también existe y podría ahorrarle el adverbio y decir que es lo único que existe. Y eso.

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