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Fernando Vega: “A los constructores nos tratan como si fuéramos delincuentes”

El Médano (Granadilla) lo enamoró. Fernando Vega llegó hace más de 20 años a esta localidad del sur de Tenerife y ya se considera un auténtico embajador de la zona
Fernando Vega. / Foto: Sergio Méndez

El Médano (Granadilla) lo enamoró. Fernando Vega llegó hace más de 20 años a esta localidad del sur de Tenerife y ya se considera un auténtico embajador de la zona. Sus tres hijos nacieron en Tenerife y hoy en día es un medanero más. Empezó como jefe de obra de una gran empresa y años más tarde decidió montar su propio negocio que, hoy en día, es uno de los grupos empresariales más sólidos de la Isla y con mayor proyección nacional en el sector de la construcción. Su principal actividad está enfocada a la construcción de edificaciones y a la promoción inmobiliaria. Solo tiene un pero para Canarias, la falta de empatía y la desidia de las administraciones a la hora de agilizar la actividad empresarial. Fernando Vega asegura, incluso, que en muchas ocasiones se siente tratado como “un delincuente”, cuando en realidad lo que hacen las empresas es generar empleo y actividad económica. Por eso dice que le revuelve el estómago cuando escucha a los responsables políticos hablar de actividad empresarial e incentivos económicos.

-¿Por qué El Médano?
“Bueno yo llegué hace más de 20 años al Médano y empecé a trabajar como jefe de obra de una gran empresa. Años más tarde decidí montar mi propio negocio y gracias a Dios las cosas funcionaron bien. Ahora soy un medanero más. Mis tres hijos han nacido aquí. Si le digo la verdad, a mí El Médano me enamoró. Soy un embajador de la ciudad, porque cada vez que salgo de la Isla no hago sino recomendar que la gente venga”.

-¿Qué ha cambiado en el sector de la construcción con la crisis tan brutal que ha sufrido?
“Es difícil hacer un análisis global. Pero le digo que entre las muchas cosas malas que nos ha dejado la crisis, también hay buenas, y yo soy de los que piensa que se ha logrado una limpia de tanto intrusismo que había en nuestro oficio. Hace 15 años todo valía, y como el volumen era tan grande, daba igual que fueras buen constructor, empresario o promotor e incluso banquero. Ahora el nivel de exigencia se ha multiplicado por 1.000 porque el mercado inmobiliario ha cambiado; se ha vuelto más selectivo. Los parámetros de exigencia son elevadísimos. Ya no todo el mundo puede ser promotor o empresario”.

-Supongo que la crisis económica no ayudaría a desempeñar la actividad de promotor o constructor.
“No. Evidentemente no ayuda, pero en los inicios de la década pasada de crisis económica, fuimos capaces de dar un giro y adaptar nuestro modelo de negocio al sector de las reformas hoteleras, dentro de la cual hemos conseguido un alto nivel de satisfacción y confianza por parte de grandes grupos hoteleros. Creo que el hecho de ser una empresa muy diversificada, al menos a nosotros nos ha beneficiado”.

-¿A qué se refiere?
“Mire, nuestro grupo tiene cuatro divisiones: una empresa que se dedica a la restauración de edificios, pintados y reforma de comunidades de propietarios y edificios antiguos, a la que la crisis no ha afectado. También tenemos una carpintería y cristalería; la constructora que, además de construir edificios, en la última década, como le dije antes, se ha dedicado a la reforma hotelera; y en los dos últimos años, con la crisis remitiendo, empezamos con la promoción inmobiliaria, división que cierra el círculo de proyecto de compañía y que, por el momento, está funcionando bien, con una entera vendida y otras dos a punto de terminar. Creo que esta diversificación es lo que ha permitido que la crisis no nos afectase tanto. Lo que sí nos afecta es la burocracia y la desidia de las administraciones”.

-Bueno, esta es una queja casi general del sector empresarial de las Islas. ¡Vamos, que no es la primera vez que oigo a algún empresario quejarse de la burocracia!
“Mire al constructor prácticamente se le demoniza y se le trata como un delincuente. Antes de la crisis había en Canarias una sensación de libertinaje en el que todo valía. Pero como se demonizó todo y se detuvo a mucha gente: políticos, técnicos municipales, empresarios… se llegó al extremo opuesto”.

-Al de no se firma nada…
“Exacto. Nada camina, todo se paraliza y los técnicos lo miran todo con lupa. No podemos llegar a este extremo tan radical porque estamos rompiendo la cadena, es decir, hago edificios, compro materiales, creo puestos de trabajo, vendo viviendas, por consiguiente se pagan impuestos y licencias de obra. Todo esto genera economía. Pero si en un punto de esta cadena te paran, como ocurre ahora, es imposible que lleguemos a generar economía. Mire, conseguir una licencia de obra con toda la documentación en regla, está llegando a los 10 meses, incluso a los 12. Esto para nosotros es un problema mortal. El grupo tiene inversores que aportan capital para nuestros proyectos a los que tenemos que dar garantías jurídicas. Le aseguro que hay inversores a los que cuando le hemos explicado cuáles son los tiempos en Canarias se han marchado. No invierten aquí. Hay quien no querrá oírlo, pero es la realidad. Tenemos la sensación de que en Canarias todo se ha vuelto imposible, indeterminado en el tiempo, y con una inseguridad jurídica que da miedo, porque cuando no es Turismo, es el Cabildo o el Ayuntamiento, o los planes generales bloqueados o confrontaciones políticas”.

-Se supone que la nueva Ley del Suelo iba a cambiar esto, porque aplicará el silencio administrativo a proyectos presentados hace tres meses.
“No se está cumpliendo. Los ayuntamientos buscan la artimaña y cualquier chorrada para mandarte una carta el día anterior a cumplirse los tres meses para parar el proyecto 10 meses más. Muchos están haciendo una mala interpretación de la Ley del Suelo. Yo diría casi ilegal de la norma… Hay proyectos que con la Ley del Suelo sólo basta un requerimiento y te hacen hasta cinco. Se está convirtiendo en un drama, en un problema gravísimo para nosotros. La Administración se ha convertido en el problema número uno para los inversores. Es triste, pero es la realidad. Hay una falta de empatía total, desidia y dejadez por parte de las administraciones. A los constructores nos tratan como si fuéramos delincuentes. No nos ayudan en nada”.

-¿Puede ser falta de personal?
“Los promotores y constructores estamos generando puestos de trabajo, desarrollo económico y pagamos impuestos, y la administración no cumple”.

-¿Cuánto puede tardar un proyecto normal, de unos ocho millones de euros, en salir adelante?
“En Las Palmas, por ejemplo, desde que se inicia el trámite burocrático, a los seis meses, como fecha límite, ya está el proyecto. En Arona, por ponerle un ejemplo, el mismo proyecto puede tardar un año y medio o dos años. Esto destroza absolutamente la viabilidad de la empresa y te queda sensación de impotencia. Los grupos de inversión ya nos dicen que en municipios como Arona o Granadilla no presentemos ningún proyecto porque no los van a apoyar”.

-¿Cómo se le queda la cara cuando oye a los políticos hablar de atraer empresas para generar empleo en las Islas?
“Pues mal, porque mire, ya no solo es la dejadez y la desidia sino el trato denigrante que recibimos en todos los organismos oficiales; desde ayuntamientos hasta algunos departamentos del Cabildo a los que vas con tus técnicos pidiendo ayuda y nos tratan como presuntos delincuentes urbanísticos que vamos a dedicarnos a destrozar las zonas verdes e incumplir las normativas. Sale uno desmoralizado. Hay muchas localidades que podían tener mejor desarrollo y más empleo con la ayuda de estos proyectos privados. Si lo que queremos los empresarios es sacar proyectos, contratar a gente y pagar los impuestos que nos correspondan. Yo le pido a los políticos que se dejen de ir a romerías que salen muy guapos en las fotos, pero eso no crea empleo, y se rodeen de gente profesional y cualificada para sacar los proyectos de inversión adelante que sí generan puestos de trabajo y prosperidad para el municipio”.

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