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Los viajes de Román Morales

De siempre me han encantado los libros de viaje. Nos trasladan a un mundo soñado, alejado de la realidad. En Canarias aprisionados en islas, nos llama el impulso exterior. Colocados en las puertas del trópico europeo y en las rutas de los descubrimientos. No cito a Colón y Magallanes y voy al siglo XVIII. James Cook hizo tres viajes de tres años, circunnavegando la Tierra entre 1768 y 1779, con dos paradas de un año. Incorpora Australia y Nueva Zelanda a la Corona Británica y murió en Hawái, entonces desconocidas. Humboldt recaló en Tenerife cinco días en 1779 en su viaje de cinco años por la España sudamericana, el padre de la ecología. Darwin en el Beagle, barco hidrográfico, tocó puerto en Tenerife en 1831 y regresó a Plymouth en 1836, para revolucionar la ciencia con su Origen de las Especies. Leí de joven La Vuelta al Mundo en 80 días, de Julio Verne, situada en 1872, con el mundo ya más cercano, y al noruego Amundsen, que conquistó el Polo Sur en la expedición de septiembre a diciembre de 1911, conquista y ciencia. Y la expedición de Shackleton a la Antártida en 1914, donde atrapado en la banquisa del Mar de Weddell, consigue la proeza de regresar en 20 meses, con los 22 tripulantes, que llevó al puerto ballenero de Georgias del Sur. El éxito de gestionar un fracaso.

Descubrimientos y colonizaciones, adelantos científicos, meteorológicos, geográficos y botánicos. La evolución de las especies, etnografía y antropología, deporte y cultura. El viaje nos lleva siempre más allá, a lo imposible. Te colocan frente a la naturaleza y ante ti. Román Morales (Santa Cruz de Tenerife, 1962) es un viajero heroico. Dos viajes por Sudamérica al alcance de nadie, que cuenta en sus libros y te atrapan. El primero, Buscando el Sur, donde recorre a pie Sudamérica por los Andes, desde Santa Marta, en Colombia, hasta Ushuaia en la Tierra del Fuego argentino. Una aventura en solitario que inicia en marzo de 1988, con 26 años, y finaliza tres años y medio después, con 29. Se sumerge Román, durante 11.000 kilómetros, en la geografía y ecología de América. Adaptado a sus culturas, sobrevive integrado en el paisaje antropológico hispano e indio. Camuflado en sus capacidades de comunicación y adaptación, ante el territorio, el clima, las culturas, los idiomas y él. Acabada la aventura en 1991, publica el libro en 1995.

Regresa otra vez en solitario a Sudamérica, con otro formato heroico. Esta vez en kayak, por tierras bajas y en solitario y, como antes, sin localizador. Realiza entre 2005 y 2007, ya con 43 años, 10.500 kilómetros fluviales a remo por las principales cuencas del continente. En la primera etapa, desde San Luis de Cáceres, en Brasil, bajó por el Paraguay hasta Corrientes, donde enlazó con el Paraná, hasta su desembocadura en Buenos Aires. Vuelta atrás y desde Vila Velha, en Brasil, remó por el Guaporé junto a la cabecera del río Paraguay ya recorrido, a 16º norte y 59º oeste. A lo largo de la frontera con Perú y afluente del Madeira. Enlazó con el Amazonas y aguas arriba cogió en Manaos el río Negro, hasta el Casiquiare, ruta que hizo Humboldt en 1800. Para enlazar aquí con la cuenca del Orinoco, hasta su delta en Trinidad. Publicó la aventura en Caminos de Agua, en 2011.

En su prólogo incorpora la cita de Luis Buñuel “uno vive dentro de sí mismo. Los viajes no existen”. Que recuerda a Fernando Pessoa en el Libro del Desasosiego, cuando dice: “Si imagino, veo. ¿Qué más hago si viajo? Solo la debilidad extrema de la imaginación justifica que haya que desplazarse para sentir”. Los viajes de Román son antropológicos, animistas, introspectivos, hacia fuera y dentro, en busca del más allá. Y sus libros, un regalo literario e idiomático. Es otro español, canario, americano y portugués. Un alarde de léxico, sintaxis, adjetivación y sistemática de la naturaleza. Popular y culto. Los Caminos del Agua, Buscan el Sur, como Román.

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