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Sesenta y dos años de la tragedia de El Llanito [1957-2019] (III)

Numerosos aluviones castigan a la isla de La Palma Archivo: J.G.R.E.

Por José Guillermo Rodríguez Escudero, investigador

Se recuerda también otro temporal en 1902 en la isla de La Palma, que también causó pérdidas humanas, año en el que tuvo lugar un episodio fuera de lo común, como es el encallamiento de una ballena en las costas de Tigalate.

LEYENDA DEL PRÍNCIPE AGUACENCIO

En la leyenda del príncipe ahuarita Aguacencio o Agasencio, que vivió en aquella zona y le dio nombre por haber perecido en una terrible avenida del barranco muy poco anterior a la conquista de La Palma se leen los siguientes párrafos que fueron recopilados por el magistral palmero Félix Duarte: “… en una espléndida tarde de la estación invernal, los príncipes de Tedote (Santa Cruz de La Palma) Tinisuaga, Agacencie y Bentacaise, quieren hacer una gira a la fuente de los Aduares, que yace en unos de los sitios más altos del cantón y, acompañados de sus novias y de numeroso séquito, emprenden la marcha … Por el quebrado territorio ascienden con destreza admirable. Por algo saben manejar las lanzas con el ímpetu de los años mozos. Reina una calma magnífica, pero observan en el sur, aterradora oscuridad. De pronto sienten el retumbar de un trueno al que suceden otros y los rayos de la tempestad que se aproxima. Intentan huir hacia sus guaridas, y en el descenso de la cumbre son sorprendidos por un agua torrencial que se precipita por el cauce del barranco que les servía de ruta, arrollándoles en su empuje hacia su litoral. Solamente se salva Bentacaise, por haber logrado alcanzar un árbol, pero queda con una pierna fracturada… desde entonces dicho barranco recibe el nombre de Agacencie que era el menor de los tres hermanos…”

LA CATÁSTROFE  DEL LLANITO

“… Fue tan triste el despertar/Y tan grande la tragedia/Que desde entonces está/Llorando la Isla entera …/Muy mal heridos quedaron/De tan desigual reyerta,/Y tras duros sufrimientos/Sucumbe la madre buena./Ya llora en la soledad/El exquisito poeta,/¡que por salvar a la madre/Él su propia vida diera!” (Llora la Isla. Gumersindo Galván de Las Casas, 1957) En el DIARIO DE AVISOS del 17 de enero de 1957, se lee entre sus titulares: “El temporal. Se desborda el barranco de Aduares de Breña Alta. Hay 5 personas muertas, 23 desaparecidos y más de 19 casas derruidas”. “… La noche del 15 al 16 de enero fue más oscura que nunca. ¿Presentimiento o realidad? Es sintomática la observación que hicieron algunos, de que aquella noche los gallos no cantaron con el ímpetu vanidoso que frecuentaban. Al contrario, enmudecieron totalmente. Estaban tristes ¿será que los animales penetran y escrutan mejor que nosotros en los secretos y designios de la naturaleza? Nadie lo sabe; pero es evidente que algo presentían. Y por desgracia nada bueno, según manifestaban en sus actos. Más lo cierto es que aquella noche no cesó de llover; cada vez más fuerte. Y cuando el día aclaró, una espesísima neblina gris-negruzca, impedía ver más allá de diez metros. El agua caía, no en gotas, ni chorros, sino como si la vaciasen en baldes. Las consecuencias de esto -claro está- no pasaron desapercibidas para algunos de los que observaban…”

Las vías de comunicación y numerosa viviendas de la Isla de La Palma se ven seriamente afectadas. Archivo: J.G.R.E.

(Diario ‘La Tarde’, 31 de enero de 1957)
Pérez Hernández, en su artículo publicado en la revista de la UNED, nos informaba de que “el 16 de enero de 1957 ocurrió la mayor catástrofe natural del siglo en Breña Alta, que dejó en un segundo plano los importantes daños causados por los vientos huracanados de 1956. Un frente de bajas presiones, que recorrió el Archipiélago de noroeste a sureste, descargó una fuerte tromba de agua sobre la Cumbre Vieja durante varias horas, origen del tremendo aluvión de agua, barro, piedras y troncos que discurrió en la madrugada de aquel día por los barrancos desbordados de Amargavinos, Aduares y Aguasencio…”
El periódico palmero DIARIO DE AVISOS continuaba informando de que, a mediados del día 15 de ese mes y año, se habían iniciado fuertes lluvias en toda la Isla, principalmente sobre las cumbres de las Breñas. En la madrugada del día 16 arreció el temporal pero ya las aguas se salían de los barrancos. En el barrio de Los Llanitos, Breña Alta, continuando por Breña Baja, se llevaba cuanto encontraba a su paso. Entre ambas Breñas ya se contabilizaban 12 muertos (entre ellas, la madre del mencionado poeta palmero Félix Duarte), 14 desaparecidos, varios heridos, 240 evacuados, 49 casas derruidas, los cultivos, huertas, ganados, arboleda, son arrasados.

“… Juan Jerónimo, Pancha y su hijo Julio contemplaban desde las ventanas de su antigua casa que el barranco corría con un caudal muy superior a otras veces, cada vez más alarmante, y en eso observaron cómo la casa se desplomaba encima de ellos abatida por las aguas y los dejaba entullados. Eran como las siete de la mañana cuando los grandes árboles que las aguas arrastraban habían taponado el puente de El Llanito, reventando el agua por encima, y parte de las aguas siguió la dirección de la carretera embistiendo primero la casa de Urbano García… Las aguas del barranco alcanzaron tan alto nivel que atravesaron también el segundo piso de la casa de Urbano, llevándose muebles y pertenencias (el piano apareció mucho más abajo en la represa de Rebato)…” .
(Alfredo Mederos, 2005)

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