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Sostenibilidad, economía y ahorro, la crisis estadounidense es mucho más grave de lo que se piensa

“Pronto no habrá dinero para pagar pensiones, desde luego, no pensiones dignas”, asegura Rosario Martín, tesorera de Estados Unidos durante la Administración del presidente George W. Bush
DÓLAR

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“Yo soy republicana, pero no sé ni cómo llamar a lo que tenemos en la Casa Blanca”. Estas fueron las palabras de Rosario Marín, a quien entrevisté durante el Foro de Innovación, Sostenibilidad y Economía celebrado en Murcia esta semana. Junto con grandes personalidades que acudieron a la cita, Rosario Marín no decepcionó a quienes deseaban escuchar su testimonio, una historia de superación y tenacidad que cautivó a su audiencia y una personalidad vibrante y humana que emocionó a los presentes.

¿QUIÉN ES ROSARIO MARÍN?

Su nombre es muy conocido al otro lado del Atlántico y sin duda a nivel internacional. Fue la tesorera-el cargo equivalente a Ministra de Economía y Hacienda- de Estados Unidos durante la Administración del Presidente George W. Bush, concretamente en los años más difíciles -entre 2001 y 2003 durante el atentado del World Trade Center en Nueva York. Rosario Marín destaca en muchos aspectos, no solo es la viva imagen del sueño americano: llegó a California a los 14 años desde su México natal, de una familia muy pobre. Con esfuerzo y dedicación, a los 36 se convirtió en la alcaldesa de su ciudad de adopción, Huntington Park, donde fue reelegida, para más tarde llegar a la cima del poder con una importantísima posición. Su labor a favor de los discapacitados fue honrada con el prestigioso galardón Rose Fitzgerald Kennedy, por la defensa de los derechos de los más vulnerables, un tema que a ella le ha tocado vivir muy de cerca al ser madre de un niño con síndrome de Down. Rosario es republicana. Generalmente se asocia a las minorías con el partido demócrata, pero como ella hay muchos inmigrantes afiliados al partido conservador.

Al preguntarle por las diferencias entre el presidente Bush y el actual mandatario, Marín no dudó en expresar su más sincero repudio hacia el presidente Trump. “No sé qué es lo que tenemos en la Casa Blanca. No es un republicano. No tengo palabras para calificar a esa persona”, confesó Marín con palpable preocupación. Estados Unidos enfrenta muchos problemas en estos momentos. La economía que a simple vista puede parecer brillante, no es más que una ilusión, un castillo de naipes a punto de desmoronarse, con el más leve soplo de viento de inestabilidad. Hace poco pudimos vislumbrar un poco de esa situación. Durante el cierre parcial de gobierno más largo de la historia de la nación a raíz de la exigencia de Trump de fondos para construir el muro fronterizo, con un cierre que duró más de un mes. El hecho de que la mayoría de los americanos viven sueldo a sueldo quedó al desnudo en un vergonzoso panorama de precariedad y de advertencia para un país que ha sido potencia económica durante mucho tiempo.

La guerra de los aranceles ha perjudicado a uno de los sectores que más confió en las promesas de campaña de Trump, los agricultores. Los maestros continúan haciendo huelgas para poder cobrar un sueldo digno en una de las profesiones peor pagadas de la nación, y el rechazo a la construcción de la sede de Amazon en Queens ponen de manifiesto que aunque hay empleo, es de pésima calidad, las condiciones de vida son duras y el ahorro, imposible.

“La Seguridad Social está al borde de la quiebra”, aseguró Marín durante la entrevista. “Pronto no habrá dinero para pagar pensiones, desde luego, no pensiones dignas”. Aquí en España, no somos ajenos al problema de las pensiones de jubilación bajas, y también vivimos bajo la sombra de un sistema que podría tener los días contados, especialmente con una esperanza de vida cada vez más larga y una tasa de natalidad cada vez menor. Sin embargo, el tejido social en Estados Unidos no está basado en la familia, por lo que están privados de un factor importante a la hora de sobrevivir una crisis económica. Normalmente, los hijos se independizan a los dieciocho años y a partir de ahí su vida y su fortuna suelen depender de ellos por completo. La gente se muda, las familias se dispersan y no hay una red que amortice la caída. El sistema de salud es muy caro, también lo es la educación superior. Estados Unidos vive endeudado y sin ahorros.

Me resultó especialmente interesante en esa conversación con Rosario Marín recordarle que, en la época en la que fue tesorera, se generó una importante crisis económica. La gente paralizada por el miedo tras los atentados del 9/11 dejó de consumir, de gastar, de salir… Una reacción común: tratar de guardar, de salvar las posesiones hasta que las cosas mejoren. Recuerdo también, que en ese momento Bush no solo relajó las cargas fiscales y proveyó incentivos para impulsar el consumo, sino que dio un mensaje muy claro al pueblo estadounidense para evitar un colapso total de la economía: Salgan a gastar. En una sociedad basada en el capitalismo, es vital que la maquinaria del consumo no se detenga, y eso es lo que se pidió, se exigió, a los americanos en ese momento.

Al recordarle esa estrategia a Marín, ella misma hizo un chiste sobre el hecho de que así fue diciendo que ella salió a gastar, es más, gastó tanto que su marido le insinuó que el mandato presidencial era para que todos los estadounidenses hicieran su parte, no ella la de todos.

El problema -continuó ya en un tono más sobrio Marín- es que a partir de ahí América no ha parado de gastar, en mayor medida de lo que puede permitirse, de endeudarse hasta las cejas y de no ahorrar absolutamente nada para el futuro.

La situación es preocupante. Nuevos estudios señalan que la tasa de ahorro personal de los americanos está en su nivel más bajo desde 2008 con tan solo 6% de sus ingresos dedicados al ahorro, según el Buró de Estadísticas del Trabajo. Esta crisis pone la seguridad financiera de los estadounidenses en riesgo. “Entendemos que el estancamiento de los salarios y el incremento del coste de vida dificulta que muchos americanos simplemente puedan subsistir de un cheque al siguiente, e imposibilita ahorrar para el futuro”, dijo en una entrevista George Barany director de America Saves, una campaña promovida por la organización sin fines de lucro Consumer Federation of America.

Aun así, muchos economistas refutan con optimismo la idea de una crisis en el sistema de pensiones, sin entender que esta crisis será palpable no ahora sino en 20 años, y para entonces ya será demasiado tarde. La realidad es que en estos momentos casi la mitad de los estadounidenses no tiene nada ahorrado. Se trata de una bomba de relojería que ni se puede ni conviene ignorar, ni en Estados Unidos ni a nivel internacional, sabiendo como sabemos que al final la reacción de esa caída nos afectará a todos.

Más de un tercio de los trabajadores del sector privado no tiene acceso a planes de pensiones por medio de sus empresas. Se estima que el 44 % de los componentes de la generación de los baby boomers y de la Generación X se quedarán sin fondos a la hora de jubilarse. Para los Millennials, la situación es aún mucho más acusada. El 40% de los americanos no puede permitirse una emergencia de $400 sin vender sus propiedades o pedir prestado. Para poner las cosas en perspectiva, una operación de apendicitis cuesta aproximadamente entre 12.000 y 17.000 dólares dependiendo del estado. Una emergencia que en España soluciona la Seguridad Social, un auténtico desastre financiero para cualquier familia de clase media que no pueda permitirse pagar el seguro médico que puede oscilar perfectamente entre los 1.000 y 1.200 dólares o más por familia de cuatro personas al mes en Estados Unidos (sin contar la franquicia).

La situación se agrava cuando hablamos de pensionistas y jubilados. Para el año 2035, y por primera vez en la historia de Estados Unidos, los mayores de 65 años superarán el número de recién nacidos. La realidad de una América que envejece debe ser considerada con las tendencias de ingresos actuales. En resumen, en dos décadas, el panorama es desalentador, los americanos serán más viejos y más pobres. Para poder frenar esa situación habría que tomar varias medidas, entre ellas, hacer del ahorro para la jubilación una prioridad. La idea es crear conciencia para que los jóvenes empiecen poco a poco a contribuir en un plan de pensiones en el que puedan aportar pequeñas contribuciones que les garanticen el retiro. En segundo lugar, también los legisladores deben actuar. No un tema nuevo para el Congreso de los Estados Unidos: varios Senadores han introducido proyectos bipartidistas basadas en el sentido común dirigidas a combatir esta crisis. La cuestión es que estas propuestas están construidas bajo la premisa de que pueden multiplicar resultados, pero solo si existe una aportación previa por parte de los individuos y las familias.
Este tipo de crisis no solo viene provocado por la carencia y el costo de la sanidad. La mayoría de los retirados no tienen dinero.

Un estudio de 2015 del National Institute of Retirement Security reveló que la mayoría de las familias en edad laboral solo tienen ahorrado una media de 14.500 dólares para su jubilación en planes de pensiones, muy lejos de los cientos de miles necesarios para poder afrontar la vejez en un país como Estados Unidos. Sin embargo, como cualquier media, al mirar más de cerca nos damos cuenta de que este porcentaje simplemente significa, que mientras unos pocos pueden permitirse ahorrar más, la mayoría aporta cero.

Mientras, el costo de los servicios de salud continúa en aumento. En 2007 el costo de la sanidad aumentó 11.9%. Aunque a partir de ahí la tasa ha disminuido, sigue en aumento de forma progresiva. El precio de las medicinas aumenta también, así como el de las instalaciones y residencias para la tercera edad. Prácticamente, en Estados Unidos, el 70% de la población mayor de 65 años necesitará de algún tipo de cuidado a largo plazo en un momento dado, y el 40% necesitará una residencia, según los expertos en seguridad financiera. Una residencia privada de la tercera edad en ese país supone un gasto de aproximadamente 255.000 dólares. Con la mayoría sumando ahorros de cero dólares realmente da igual que el precio sea de 255.000 o menos, no pueden pagar ninguno.

Rosario Marín mostró su preocupación sobre este tema, un asunto que debe abordarse de inmediato, y una situación que conoce bien. Sin embargo, y volviendo a su relato inicial, pese a que no existe una cultura del ahorro, no deja de ser cierto que la necesidad de continuar gastando para mover la economía compone una contraposición difícil de atajar. Un dilema que con los nuevos retos de las próximas décadas no encuentra una solución exenta de complicaciones.

En 2019 no solo existe la preocupación por la inflación, el crecimiento económico, un déficit que sigue aumentando, y políticas fiscales que prometen bajar impuestos para crear empleo dejando de lado previsiones presupuestarias dedicadas a la educación, salud, el medio ambiente o la innovación.

El mantenimiento de la hegemonía económica estadounidense, que va cediendo paso a potencias como China o la India, debe hacerse con responsabilidad social corporativa, impulsando la economía circular, y de forma ecológica. ¿Es posible?

Al preguntar a Rosario Marín, la cuadragésimo primera Tesorera de Estados Unidos si el futuro y las soluciones que plantearon en su día las Administraciones Bush, Clinton, u Obama se ven reflejados en la Casa Blanca actual, la republicana respondió que se sentía avergonzada de que habiendo Estados Unidos liderado los pactos para remediar el calentamiento global, las energías renovables y la sostenibilidad, la nación tenga un Presidente que ha abandonado esa batalla.”

Una batalla que sin duda otros continúan y continuarán para asegurar que las peores predicciones no se hagan realidad. Al fin y al cabo, como expresaron otros ilustres ponentes de este foro de Innovación, aunque el “futuro ya no es lo que era”, todavía podemos actuar, ya que “es mejor encender una vela, que maldecir en la oscuridad”.

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