![La acusada, con el pelo moreno de espaldas, y el padre de la víctima, ayer, en el juicio que se celebra en la Audiencia de Las Palmas](https://cdn.diariodeavisos.com/wp-content/uploads/2019/03/p482938afot.jpg)
La acusada de asesinar a palos a su hijastro de 9 años en el piso de la capital grancanaria donde vivía junto a su pareja y el descendiente de ambos dijo ayer ante un Tribunal de Jurado popular constituido en la Audiencia de Las Palmas que la víctima “odiaba” a su hijo, que es “su todo”.
En este juicio, la Fiscalía solicita prisión permanente revisable para la procesada, Na L., a quien imputa delitos de asesinato y maltrato habitual, y dos años de cárcel para el padre del menor fallecido, Rongchao H., al considerar que no hizo nada para evitar las lesiones continuadas que sufrió el niño a manos de su madrastra desde que en 2015 llegara a vivir al domicilio familiar.
La acusación particular, que representa a la madre del menor muerto, también acusa a la procesada de un asesinato y de malos tratos continuados, delito este último que también imputa al padre.
La defensa de Na L. solicita que los hechos que se juzgan se califiquen como homicidio y que el Jurado tenga en cuenta “el momento de locura que pudo haber sentido para no poder controlar ni su cuerpo ni su mente y llegar a un final tan doloroso para una madre, como es ella”.
A preguntas del Ministerio Fiscal, la acusada ha reconocido que la tarde del 8 de mayo acabó con la vida de la víctima tras agredirle durante 40 minutos con un palo de madera de 25 centímetros de largo, cinco centímetros de ancho y punta metálica, después de que el menor hubiera molestado y pegado previamente en la cabeza a su hijo y dijera que le odiaba.
“No pude controlar la mano. La cabeza me decía que parara, que igual el niño había muerto, pero estaba muy enfadada y fui egoísta y sólo pensé en mi hijo”, manifestó Na L. La procesada ha admitido que el menor fallecido y su hijo no se llevaban bien y ha dicho que la relación de su hijastro con ella fue buena al principio, hasta el punto de que a los dos meses de llegar al domicilio familiar el niño comenzó a llamarle “mamá”, pero luego “fue a peor” porque no le hacía caso, no la respetaba, no quería estudiar y le repetía que les odiaba a ella y a su hermanastro.
En ausencia
Además, la mujer aseguró que trató de corregir esas actitudes y “cambiar el futuro del niño” y que por eso le pegaba, siempre en ausencia del padre, que trabajaba como cocinero casi todo el día fuera de cada y que no lo veía cuando llegaba por la tarde y por la noche, bien porque ella se lo llevaba al parque o al supermercado, o porque el menor ya dormía.
Debido a sus obligaciones laborales, tampoco supo que el niño había acumulado 65 faltas a clase, ha asegurado ante el Jurado su padre, quien ha admitido que una vez reprendió a su expareja por una cicatriz que le vio al niño en la cara y que, según le dijo la mujer, se había hecho después de que ella le empujara.