el charco hondo

El susto (1)

Si estos días diez personas suben o bajan en un ascensor, cuatro no han decidido del todo qué votarán el veintiocho de abril, y puede que algunas de las otras seis (que sí lo han decidido) cambien de opinión en el transcurso de los próximos catorce días. La suerte del PSOE es que Casado, Rivera y Abascal llevan un buen montón de semanas haciéndole a Pedro Sánchez el pasillo que los equipos de fútbol hacen al campeón de liga. La alegría del PSOE es que Sánchez, esta vez bien asesorado, lleva semanas en modo-presidente, dosificándose con precisión quirúrgica, compareciendo lo justo, hablando lo necesario, dejando que sean sus subalternos quienes suban a la red para devolver (y tocar) las pelotas a los otros aspirantes. El acierto de Sánchez ha sido volar por encima de los demás. Suerte, alegría y acierto claramente insuficientes para que los socialistas puedan dormir tranquilos. Los dieciocho días que hay entre las últimas encuestas y las urnas son un mundo. Tanta volatilidad dibuja una eternidad electoral que puede ir apuntalando lo que anuncian los sondeos, sí, pero también podría darse el caso de que ese 41,6% de indecisos acabe reescribiendo el guion del último capítulo. Entre otros factores que pueden chafar la fiesta a los socialistas, es posible que quienes ahora anuncian que votarán al PSOE acaben fugándose con sus vecinos: puede que se les pase el susto (ese imaginar a las tres derechas gobernando) y decidan aprovechar ese domingo para hacer otras cosas o para irse con otros. Cuatro de los diez que van en ese ascensor pueden endulzar o amargar el triunfo a los socialistas. Y cualquiera de ellos puede desganarse, ahorrándose la molestia de hacer cola en el colegio electoral porque el pescado está vendido. El CIS enfría los números del PSOE y acto seguido agita la hoguera de Vox porque las encuestas están generándole un problema a los socialistas. Tantas semanas con Sánchez interpretando el papel de rey del mambo puede volverse en contra del PSOE. Cuatro de los diez que suben en el ascensor son votos ocultos (no detectados) u ocultados (no manifestados), demasiado misterio como para que los socialistas lleguen a creérselo o para dar por inamovible lo que evangelizan los sondeos. La hipótesis de un susto los acompañará estas dos semanas. Hay sustos precedentes. Trump. Brexit. Andalucía. La tendencia anuncia cosas que el susto a veces desmiente.

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