tribuna

Réquiem de Mozart, por Sara Ferrera

Fue un concierto de los que marcan un hito de belleza y musicalidad supremas

Por Sara Ferrera

Dentro del Ciclo de Conciertos de la OST, Temporada 2018-2019, el pasado viernes 5 de abril a las 19:30h, tuvo lugar, en la Sala Sinfónica del Auditorio Adán Martín de Santa Cruz de Tenerife, el concierto programado para esa fecha, que había despertado un gran interés con las localidades agotadas desde el día anterior. Víctor Pablo Pérez, director invitado, volvió a contar con el Ensamble Vocal de Tenerife para interpretar conjuntamente con la Orquesta Sinfónica el célebre e impactante RÉQUIEM de Mozart.

Son cuatro temporadas consecutivas, en las que Víctor Pablo ha apostado por el Ensamble Vocal, sabe que es un coro con una altísima calidad musical, que ha demostrado su buen hacer tanto en música sacra como en los diferentes proyectos que ha llevado a cabo y que permanece en el recuerdo de todos sus seguidores, que han aumentado en número progresivo como demuestra el lleno absoluto del citado concierto. No todos los coros poseen la excelencia del Ensamble. Está formado por importantes voces y tiene además la suerte de ser dirigido por una persona y un músico excepcional, el carismático e inigualable Antonio Abreu Lechado. Mención también para la presidenta del Ensamble, Candelaria Gil, soprano, que realiza una gran labor en el grupo. Ella y el director son los pilares que sustentan a este soberbio coro. Víctor Pablo califica al Ensamble como: “Referente coral, al ser un magnífico coro de alta calidad, flexible, versátil, realizando música de altura”. De Antonio Abreu escribe: “Unos trabajos admirables, de gran musicalidad, rigor y calidad, con una magnífica preparación como músico y director”. Ambos directores forman una perfecta unión musical, que repercute positivamente en la categoría del concierto.

El acto se inició con la Sinfonía nº 49 en fa menor LA PASIONE de Franz Joseph Haydn. A continuación, se interpretó el RÉQUIEM de Wolfgang Amadeus Mozart. Aunque es una de las piezas más conocidas del compositor, él nunca la terminó, ya que acaeció su muerte mientras la componía. Cuenta la leyenda que un hombre misterioso, completamente vestido de negro, lo visitó en su casa de Viena y le pidió componer un Réquiem para un servicio fúnebre. No le dijo su nombre, ni para quien era designado y le exigió no investigar las razones del encargo. Recibió un adelanto, pero retrasó el crearlo, pues estaba inmerso en la terminación de dos óperas. Cuando volvió el hombre de negro por el encargo, pensó que era un mensaje del más allá y convencido de que el Réquiem estaría destinado para su propio funeral. Comenzó a trabajar en él y al poco tiempo cayó enfermo. Le dio instrucciones a su alumno Franz Xaver Süssmayr para continuar la obra. Falleció Mozart y una parte de su Réquiem sonó en una misa celebrada en su honor.

En el Réquiem de Mozart, el Ensamble brilló con una actuación espectacular, con gran intensidad interpretativa, perfecto empaste en la calidez de sus sonidos, matices con bellos e impresionantes pianissimos y fortes, fraseos, virtuosismo, madurez musical… Es una música complicada y difícil de cantar que requiere mucho esfuerzo, trabajo, ensayos.

Al concluir, las ovaciones se alargaron durante bastantes minutos, haciéndose más acentuadas cuando accedió al escenario por petición de Víctor Pablo Pérez, Antonio Abreu, agradeciéndole así los espectadores el excelente trabajo realizado.

Citar a los cuatro solistas de este Réquiem, internacionalmente conocidos, la soprano Alicia Amo, la mezzosoprano Anabel Aldalur, el tenor tinerfeño Agustín Prunell-Friend y el barítono David Wilson-Johnson. Ellos realizaron sus respectivo roles con una excelente y depurada técnica, viviendo lo que cantaban.
La OST impecable, con un sonido especial siempre que es dirigida por Víctor Pablo Pérez.

Finalizó este inolvidable concierto con una propina que nos dejó a todos asombrados por la ejecución de la misma. El conocido AVE VERUM de Mozart. Es un motete compuesto para la festividad del Corpus Christi. Está creado para coro, cuerdas y órgano. El valor de esta pieza radica en su simplicidad y belleza. Al parecer Mozart escribió una pequeña nota en la obra dirigida al director: sotto voce. Tanto la OST como el EVT y los solistas la interpretaron en un pianissimo: limpio, perfecto, sublime…, que dejó extasiadas a las personas que tuvimos la suerte de estar allí en ese mágico momento.

Fue un concierto de los que marcan un hito de belleza y musicalidad supremas.

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