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Don Agustín de Betancourt y Molina, un canario universal (y II)

Máquina para hilar seda inventada por Agustín Betancourt y Molina, en Santa Cruz de Tenerife, en 1778. Archivo: Isidoro Sánchez
Máquina para hilar seda inventada por Agustín Betancourt y Molina, en Santa Cruz de Tenerife, en 1778. Archivo: Isidoro Sánchez
Máquina para hilar seda inventada por Agustín Betancourt y Molina, en Santa Cruz de Tenerife, en 1778. Archivo: Isidoro Sánchez

Los enfrentamientos con Godoy, valido del monarca español, obligan al ingeniero canario a marchar al extranjero después de estar recorriendo países como España, Francia e Inglaterra durante casi treinta años. Apuesta por Rusia y tras llegar a un acuerdo con el zar Alejandro I viajó a París para recoger a su familia, esposa e hijos, y trasladarse a la bella capital rusa de San Petersburgo asomada sobre el Mar Báltico. Es nombrado Mayor General y es destinado a misiones especiales por parte de su majestad imperial en el departamento de Vías y Comunicaciones. Comenzó a trabajar en el puerto ruso y consigue desatascar los problemas de tráfico. Creó el Cuerpo de Ingenieros de Vías y Comunicaciones inspirado en L’Ecole des Ponts et Chaussées de París y en la Escuela de Caminos de Madrid.

Aparte de su labor pedagógica, desarrolló a partir de 1810 su actividad como ingeniero. Visitó la fábrica de armas de Tula y la moderniza, y propuso una potente draga de vapor para la limpieza del puerto de Kronstad. Después de la invasión francesa en Moscú recibió en 1812 la medalla de Alejandro Nevsky. En 1813 se funda oficialmente el Museo central del Transporte ferroviario de Rusia en el que participa Betancourt. Son años en los que destacó por sus aptitudes científicas y habilidades técnicas y artísticas, lo que le permitió destacar en el mundo intelectual ruso. En 1816 trabajó en el montaje de una nueva fábrica de papel moneda que permitió cambiar en 1820 los billetes que circulaban en Rusia.  Es el año en que se creó en San Petersburgo el comité de Construcciones y Obras Hidráulicas que se ocuparía del urbanismo y del ornato de la ciudad, de la mejora del trazado de las calles, de la urbanización de los suburbios, del cuidado de los canales y de la construcción de los nuevos puentes. Con el arquitecto francés Montferrand reconstruyó la catedral de San Isaac y diseñó la columna de granito dedicada a perpetuar al zar Alejandro I en una plaza junto al Ermitage.

Don Agustín trató con el zar el cambio de ubicación de la Feria Comercial rusa a la ciudad de Niznhy Novgorod así como el proyecto de construcción de la sala El Picadero en Moscú. Es la época en que viajaron a Rusia compañeros españoles que les ayudaron en sus trabajos de ingeniería. Así llegaron Rafael Bauzá, José Sureda, su sobrino Agustín de Monteverde y Betancourt y Miguel Espejo que casó con una de sus hijas. Falleció el 14 de julio de 1824 y los últimos años de su vida los dedicó a finalizar el gran complejo ferial de Niznhy Novgorod a orillas del río Volga. Por ello los comerciantes afectados contribuyeron a la ornamentación del sepulcro donde está enterrado el universal ingeniero canario, ilustre ciudadano ruso, al igual que el ayuntamiento del Puerto de la Cruz. Los feriantes y las autoridades  de la ciudad rusa promovieron una Fundación social y popular  que lleva su nombre canario ruso.

Cuando Mijail Gorbachov, vino a España, después de la perestroyka, recordó la tierra en la que nació Agustín de Betancourt, el más ilustre colaborador que jamás había tenido Rusia. La vocación europeísta del ingeniero portuense la quiere recordar el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz con un programa de actividades a lo largo de 2018.

 

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