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El conejo me riscó la perra

No voy a comentar nada del caos de estas elecciones municipales pasadas. ¿Quién ganó? No sé, sería el PSOE. Pero muchos disparates se dijeron en campaña. En el Puerto de la Cruz, un candidato prometió arreglar los dientes de todos los habitantes del barrio de La Vera, con lo cual tendrá que contratar a varios odontólogos a tiempo completo durante diez años para cumplir su promesa. También prometió pagar sus entierros. Algunos se morirán con los incisivos, caninos y molares antiguos, pero gratis. La palma se la llevó la señora cabeza de lista de Podemos al Parlamento Europeo. Bueno, creo que ahora el partido se llama Unidas Podemos, o quizá Unidas Podemas. Dijo la buena mujer, que se apellida Rodríguez Palop, que “el cambio climático se debe al colapso de los valores masculinizantes”. Es decir, que un grano en el culo de un varón provocaría una especie de erupción del Vesubio, que llenaría de cenizas la tierra. Yo he volado con dirección al dermatólogo, a ver si me encuentra el mentado grano volcánico en mis partes blandas porque no quiero ser responsable del cataclismo masculinizante de la señora Palop, a quien Dios ayude en Bruselas siendo portadora de tal sarta de disparates. No sé, el advenimiento podemita ha idiotizado al país, aunque con su ausencia de casi todos lados la cosa se va disipando y el disparate suena menos, aunque de manera rotunda. Yo hoy no tenía ganas de escribir de elecciones y no lo haré, porque bastante confundido que salí el domingo del lance, pero me da que estamos perdiendo el norte de una manera harto preocupante. Y con el colapso de los valores masculinizantes, el conejo me riscó la perra. Hay días en que uno preferiría vivir en un país menos caótico.

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