el charco hondo

El meteorito no ha pasado de largo

Días atrás escribí, en Instagram, que se equivocan quienes creen que el iceberg de la ultraderecha se ha derretido. Advertí, y reitero aquí, que desactivar a quienes proponen un país viejuno no será tarea fácil. No debemos bajar la guardia. No creamos que la extrema derecha ha sido una estrella fugaz, un meteorito que pasó de largo. Miremos a los países que nos rodean, no quitemos hierro al hierro. Exijamos a los demás partidos que recuperen la confianza de quienes buscaron refugio en Vox. El susto ha pasado porque temimos algo peor, pero ya están aquí. Quienes en los balcones solo colgamos macetas con flores no debemos pasar por alto los 689.066 votos que, cosas del sistema electoral, Vox no llegó a traducir en escaños. Quienes advertimos del riesgo de que la ultraderecha resucite, crezca y se reproduzca, no podemos obviar que el veintiocho de abril 69.398 personas apoyaron a Vox en Canarias (de las Islas no saldrá ningún diputado camino del Congreso, pero hay sesenta y nueve mil argumentos para dimensionar adecuadamente el apoyo que obtuvieron). Veinticuatro escaños de los que no dependerá el inminente Gobierno no parecen gran cosa. Pero la pegada de la extrema derecha no se mide por el número de diputados, sino porque suelen acabar condicionando la posición de otros partidos en iniciativas parlamentarias, propuestas legislativas y estrategias electorales. Recuerda Guillermo Altares, y apunta bien, que el verdadero poder de la ultraderecha está en que marca la agenda política y cambia los temas de discusión. Ha pasado en otros países. Ha pasado aquí, en España. Vox marcó la agenda. Vox cambió los temas de conversación. Vox contaminó a partidos más o menos vecinos. Vox arrastró a Casado y a este Rivera a su discurso. Quienes en los balcones solo colgamos macetas con flores no debemos bajar los brazos. Los partidos, especialmente los de derecha, tienen cuatro años para recuperar la complicidad de quienes se fueron con Vox. Julia Ebner, investigadora del Institute for Strategic Dialogue, en Londres, concluye que con veinticuatro escaños es difícil que Vox logre aprobar leyes, pero que su impacto no debería ser subestimado. No creamos que Vox ha sido un meteorito que ha pasado de largo. No pensemos que la ultraderecha es una estrella fugaz.

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