tribuna

El nacionalismo separador de Vox, por Eligio Hernández

Los nacionalismos separatistas de Cataluña y Vasconia han aumentado en estas elecciones como reacción contra el nacionalismo separador de Vox, que produce un efecto bumerán de intenso y largo alcance. Ambos nacionalismos se retroalimentan y están impregnados de populismo, ese estadio superior del nacionalismo que es de siempre el fascismo (Santos Juliá). La irrupción de Vox en el panorama electoral español le ha hecho un daño político difícilmente reparable a la democracia española, ya que ha fragmentado al centro derecha y ha causado el ascenso electoral del nacionalismo independentista de ERC y de Bildu, pretendidamente de izquierdas, tan sectarios y reaccionarios como el nacionalismo de derechas de Vox y el independentista de PDeCAT. Nunca he podido entender un nacionalismo independentista de izquierdas. La filósofa italiana Donatella di Cesare no hace mucho declaró al semanario L’Espresso: “Toda la tradición de la izquierda ha analizado siempre los acontecimientos desde una óptica mundial, muy pocas veces nacional o, peor, nacionalista. La idea de que deba prevalecer el interés de un proletariado nacional, francés o italiano, no ha sido nunca de izquierda. La izquierda es internacionalista o no es”.

Hoy, en ausencia de colonialismo y dentro de un país de la Unión Europea, el derecho a la autodeterminación es una reivindicación reaccionaria, incluso involucionista, impropia de partidos o sindicatos progresistas (Nicolás Sartorius). “El nacionalismo de los de arriba sirve a los de arriba. El nacionalismo de los de abajo sirve también a los de arriba. El nacionalismo cuando los pobres lo llevan dentro, no mejora, es un absurdo total”(Bertolt Brecht). Recientemente, el historiador J. F. Fuentes ha revelado que los separatistas catalanes Nosaltres Sols!, de posiciones abiertamente racistas, ahora admirados y denominados por Torras como “pioneros de la independencia”, mantuvieron contacto poco después de la victoria del Frente Popular en febrero de 1936, y en plena guerra civil, con Hitler, ofreciéndole colaboración y grupos armados para que apoyara la independencia de Cataluña, destacando las similitudes históricas entre el pangermanismo y el pancatalanismo, lo que demuestra los orígenes fascistas y supremacistas de Torras y del nacional populismo conservador catalán. En realidad, el nacionalismo es la consecuencia de la decadencia y enfrentamiento de los partidos constitucionalistas. Ya dijo Ortega y Gasset en el debate de 13 de mayo de 1932 sobre el Estatuto de Cataluña: “Un Estado en decadencia fomenta los nacionalismos, y un Estado en buena ventura los desnutre y reabsorbe”, y que “el nacionalismo es el hambre de poder templada por el autoengaño”. Los nacionalismos populistas y fascistas son también la consecuencia de la deseuropeización de las naciones de la Unión Europea. En su excelente libro El mundo de ayer, Stefan Zweig escribió: “He visto nacer y expandirse ante mis propios ojos las grandes ideologías de masas: el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania, el bolchevismo en Rusia y, sobre todo, la peor de todas las pestes: el nacionalismo, que envenena la flor de nuestra cultura europea”.

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