El Iberostar Tenerife ya no depende de sí mismo para entrar en los play-offs por el título de la Liga Endesa. La derrota de los insulares, por 85-92, ante Unicaja, complica las cosas, aunque no las pone imposibles. Habrá que esperar a ver qué harán tanto Manresa como Zargaoza y, en la última jornada, los insulares juegan en Fuenlabrada estando obligados a ganar, mientras en tierras mañas se juega un Tecnyconta-Baxi con todo por decidir.
Son muchos cálculos. Los mismos que, no hace mucho, habrían firmado todos los canaristas cuando parecía imposible la clasificación. Ahora es complicado, pero ni menos mucho una utopía.
El encuentro de ayer fue bueno porque fue intenso, competido en muchos momentos pero siempre dando la sensación de que Unicaja lograba que se hiciera sobre el parqué lo que ellos querían. Fue un duelo llevado por Jaime Fernández y Alberto Díaz. Entre los dos anotaron 15 puntos, pero fueron amos y señores de un compromiso con mucha tensión que ellos consiguieron llevar a suis intereses.
El Canarias echó en falta más anotación exterior. Brussino anotó cinco tantos y Beirán dos, números muy pobres para dos jugadores absolutamente claves para Vidorreta y dos de los grandes responsables de que los insulares tuvieran opciones de acabar entre los ocho primeros. Con Gillet, Richotti y Staiger sumando otros ocho puntos también es complicado batir a un conjunto como el andaluz.
Los dos equipos firmaron un buen primer cuarto, aunque con los errores lógicos de un duelo en el que se jugaban mucho tanto como Iberostar y Unicaja. Rodrigo San Miguel cometió dos faltas demasiado rápido, lo que dio la oportunidad a Ferrán Bassas para tener minutos de calidad. El catalán respondió a la perfección, con dos triples para el 19-15, antes de que los andaluces, con Shermadini en pista, consiguieran recortar diferencias para el 21-20 con el que concluyó la primera manga.
Unicaja comenzó a mandar en el segundo cuarto porque su agresividad creció tanto en ataque como en defensa. La buena defensa visitante propició la primera buena ventaja verde (31-38) aprovechando que jugadores como Brussino y Beirán no habían logrado anotar un solo punto en todo el encuentro. La agresividad malagueña era determinante -y preocupante- al descanso (35-43).
La tónica no cambió en el tercer cuarto. Los dos primeros puntos de Beirán llegaron, a falta de dos minutos, para el 52-57, ejemplo de que el ataque canarista seguía sin funcionar. Lo mejor era el resultado, porque, pese a que el juego en conjunto del Unicaja y su capacidad para dar un pase extra era uno de los factores diferenciales, los de Vidorreta se agarraban al partido con uñas y dientes (56-60).
Hasta que apareció Salin. El finés de Unicaja dinamitó el encuentro con dos triples y tres tiros libres tras una falta recibida. El 60-70 parecía el final de todo, pero los locales, una vez más, reaccionaron con un parcial de 8-2 (68-72). El problema es que, a partir de ese momento, el Canarias no aprovechó varias oportunidades para recortar esa distancia y, aunque los visitantes también se mostraron fallones, acabaron decidiendo desde el tiro libre en un encuentro largo, en el que se señalaron hasta 48 personales. Todo queda en el aire; todo es posible.
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