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Florencia, tanta belleza

Un año antes de su muerte, Loli se empeñó en que viajáramos a Florencia, a ver moda

Un año antes de su muerte, Loli se empeñó en que viajáramos a Florencia, a ver moda. Vimos alguna, esa es la verdad, pero la ciudad comenzó a atraernos a partir de su belleza monumental. Ella estaba muy empeñada en contemplar, en silencio, El nacimiento de Venus, la preciosa obra de Botticelli, que es el cénit de la pintura del Quattrocento italiano. Ya saben que se exhibe en la Galería de los Uffizi y lleva consigo una supuesta historia de amor entre el pintor y Simonetta Vespucci, fallecida a los 23 años, de tuberculosis. Loli pudo cumplir su deseo y yo la de admirar, en el Museo de la Academia, el impresionante David de Miguel Ángel, para mí la obra escultórica cumbre de todos los tiempos, la más impresionante jamás realizada por un artista. Acabamos de Florencia un tanto cansados, pero sin sufrir el síndrome de Stendhal, que es una enfermedad asociada a vértigos y mareos de la saturación que provoca en el ser humano la contemplación de tanta belleza junta. El escritor realista francés Stendhal la padeció en Florencia y desde entonces se han producido algunos casos, que se curan con tratamiento sicológico. Nuestro hotel estaba situado en uno de los márgenes del río Arno y cada día íbamos al centro, unas veces caminando y otras en taxi, siempre pasando por un costado del Ponte Vecchio, lleno de joyerías y de tiendas de lujo. La otra madrugada, en el programa de Callejeros Viajeros, emitieron varios capítulos sobre Florencia y los recuerdos fueron inevitables, alimentados por todas las fotos de Loli que tengo en mi habitación, aunque ninguna, y es curioso, de Florencia. Deben estar dormidas en nuestros móviles. Florencia, tanta belleza. No olvidaré ni ese viaje ni otros con Loli, pero las imágenes me produjeron estas ganas de contar nuestra visita a la ciudad más hermosa del mundo.

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